“Mientras él les decía estas cosas, vino un hombre principal y se postró ante él, diciendo: Mi hija acaba de morir; mas ven y pon tu mano sobre ella, y vivirá”, Mateo 9:18 RV60.
Lo que normalmente hacemos al leer un pasaje bíblico es ir al comienzo del capítulo o sección dentro de las Escrituras, ya que estos se encuentran divididos con números y títulos. Sin embargo, la mayoría de las veces esto nos evita ver la continuidad de una historia o el contexto en el que se desarrolla.
El comienzo de esta sección del capítulo 9 de Mateo dice: “Mientras él [Jesús] decía estas cosas…”. A partir de este versículo, podemos ver varios casos de personas enfermas que son sanadas por el Señor, y la primera es la hija de Jairo.
Sin embargo, en el pasaje anterior vemos a Jesús en medio de una discusión teológica con los discípulos de Juan el bautista en relación al ayuno. Al parecer, Jesús se encontraba respondiendo a ellos cuando es interrumpido por Jairo.
En el contexto de nuestras comunidades de fe, muchas veces podemos distraernos de la misión de rescate de nuestro Señor al pasar demasiado tiempo en discusiones teológicas. ¿Acaso ellas no son importantes? ¿No es la sana doctrina algo digno de entender para ayudar otros? ¡Claro! Es muy importante, especialmente en lo que se refiere a la pureza del evangelio. Pero no olvidemos que la vida transcurre y muchas personas pueden estar pasando por momentos difíciles mientras nosotros discutimos sobre algunas cosas teológicas que pueden ser secundarias.
“Recuérdales esto, exhortándoles delante del Señor a que no contiendan sobre palabras, lo cual para nada aprovecha, sino que es para perdición de los oyentes” (2 Ti. 2:14 RV60). Es importante continuar profundizando en el texto bíblico, pero siempre viendo cómo este conocimiento afecta nuestro corazón y nos mueve en la misión de Dios de reconciliación y restauración.
Hay cosas que no vamos a entender en su totalidad, que Dios ha escogido no hacer muy claras, y que entonces no son tan necesarias para nosotros como para no estar dispuestos a ser interrumpidos. No dejemos que nuestras actividades religiosas nos detengan de seguir el ejemplo del buen samaritano que se detuvo ante las necesidades del prójimo.
Las buenas noticias para ti y para mí son que, gracias a la obra de Cristo Jesús en la cruz, en nuestro lugar y en nuestro favor, Dios nunca será “interrumpido” por las necesidades de sus hijos.
Piensa en esto y encuentra tu descanso en Él.