Dios nunca tuvo en mente que nos defendiéramos en la vida solos. Él siempre está listo para actuar en beneficio nuestro.
Desde muy temprana edad, un bebé comienza a identificar las voces de sus padres y a distinguir sus voces de las de otras personas. Del mismo modo, Dios nos ha dado la capacidad de reconocer su voz.
Con el tiempo, podemos aprender a discernir cuando Él nos habla por medio de su Palabra, sus respuestas a nuestras oraciones, y a identificar a los verdaderos creyentes.
Para identificar la voz de Dios, hágase estas preguntas:
¿El mensaje es coherente con la Palabra de Dios? Al examinar la Sagrada Escritura, sabremos cómo rechazar la voz que nos dice que estamos condenados (Ro 8.1), y aceptar la verdad de que el Señor nos perdona.
¿Lo que escuchamos contradice la lógica humana? Si es así, eso puede venir del Señor. Él nos dice que debemos poner la otra mejilla, amar a nuestros enemigos, y que los últimos serán los primeros.
¿Las palabras de Dios discrepan de nuestros deseos carnales? Él quiere que tengamos un gozo santo, y por eso se niega a complacer nuestros deseos terrenales que están fuera de su plan.
¿Sus palabras desafían nuestra fe? Dios quiere crear en nosotros una fe que profundice la relación que tenemos con Él.
¿Requiere de valentía para obedecer a Dios? Cuando Él habla, normalmente es necesario que tomemos una decisión que exige un sacrificio o un cambio de dirección.
Jesús es el Buen Pastor (Jn 10.11), y Él promete que seremos capaces de distinguir su voz, para que podamos seguirlo. Él no quiere que escuchemos a "extraños", porque entonces seríamos fácilmente extraviados (vv. 4, 5). ¿No quisiera usted dedicar tiempo a la Palabra de Dios, para que pueda conocer su voz?
De todos los héroes de la Biblia, de pocos se habla con tanto respeto como del rey David. ¿Qué lo hizo tan especial? David se preguntó lo mismo (2 S 7.18). La mejor respuesta es, simplemente, que él era un hombre que escuchaba a Dios.
La rectitud no es posible, a menos que escuchemos al Padre celestial. Cuando lo hacemos, recibimos de Él guía, dirección, disciplina y aliento. Esto fue muy cierto en cuanto al pastor y rey David (Sal 63.1-8).
En los Salmos tenemos un hermoso cuadro de la vida de oración de David. Notemos cuatro cosas que él hacía cuando meditaba en Dios:
1. Examinaba su pasado. Aunque David había cometido pecados graves, esos tiempos difíciles le enseñaron a ser humilde. Mirar hacia atrás lo ayudaba a recordar la fidelidad de Dios.
2. Reflexionaba acerca del carácter del Señor. Cuando nos enfocamos en los atributos de Dios, crecemos en nuestra comprensión de quién es Él. Esto daba como resultado una relación más personal e interactiva.
3. David recordaba las promesas de Dios. Sabía que el Señor había dirigido siempre, y con gran éxito, sus pasos.
4. Hacía peticiones a su Padre celestial. Dios nunca tuvo en mente que nos defendiéramos en la vida solos. Él siempre está listo para actuar en beneficio nuestro.
Deténgase un momento y piense en cómo conversa usted típicamente con Dios.
Si usted es el único que habla cuando ora, necesita hacer algunos ajustes. Así como el Señor le hablaba a David, Él tiene también muchas cosas que decirle a usted, si simplemente permite que le hable.