En su epístola a los Gálatas, el apóstol Pablo escribió: "Si vivimos en el Espíritu, andemos también por el Espíritu" (Gálatas 5:25). A lo largo de las Escrituras está claro que Dios quiere que cada uno de sus hijos se rinda al reinado y al gobierno del Espíritu Santo. De hecho, el propósito principal del Espíritu para vivir dentro de nosotros es dirigirnos y guiarnos en todo lo que hacemos.
El Espíritu Santo proporciona instrucciones absolutas y detalladas a quienes caminan con él. Cuando caminamos en el Espíritu, no caminamos en confusión o duda. Su dirección es clara y específica. Los primeros discípulos de Cristo entendieron esta verdad y permitieron que el Espíritu los dirigiera en cada decisión, cada movimiento, cada acción. El Espíritu les hablaba y los guiaba en cada hora de vigilia. No se tomaban decisiones sin consultarle primero. El lema de la iglesia en todo el Nuevo Testamento era: “El que tiene oídos para oír, oiga lo que el Espíritu tiene que decir”.
Tú y yo tenemos esta misma oportunidad hoy. El mismo Espíritu que guio a los primeros creyentes en su caminar con el Señor vive dentro de ti y de mí, invitándonos a oír, a someternos, a prestar atención a su voluntad y dirección. Él promete poder y efectividad más allá de nuestros sueños más salvajes. La única pregunta es: ¿Le permitiremos reinar?
Siempre me sorprende lo divertido que es moverse en la bendición de Dios. Cuando Dios dirige tu camino, siempre es estimulante; y rara vez es lo que esperabas. Nunca es aburrido, nunca es predecible, nunca es ordinario y siempre es refrescante.
En las muchas décadas que he seguido a Dios a donde sea que él me dirija, lo he visto trabajar en formas que son demasiado impresionantes para describir en palabras. Dios ha mostrado el poder de su Espíritu y su Palabra tantas veces que hace mucho que he dejado de intentar de descifrarlo. Cuando el Espíritu Santo guía tu camino, lo mejor que puedes hacer es aferrarte y hacer todo lo posible para perseverar.
Nicky Cruz