Digamos que
hay cinco cosas que realmente usted quiere en una congregación.
A través de
la lectura de buenos libros y de escuchar útiles podcasts, usted ha elaborado
una lista de cualidades clave. Usted quiere:
1.- una predicación expositiva
profundamente bíblica,
2.- un celo apasionado por el evangelismo,
3.- grupos pequeños unidos y con mentalidad
de sacrificio,
4.- una adoración que sea a la vez
físicamente expresiva y basada en la verdad, y
5.- una congregación que muestre toda la
diversidad del vecindario que la rodea.
Esos son
buenos y nobles deseos. Pero estamos en el mundo real. Así que puede tener tres de
ellos.
¿Sólo tres? Sí, sólo
tres.
a) Siendo realistas, una iglesia puede sobresalir en tres de
ellos, pero es poco probable que sea mejor que mediocre en los otros dos. ¿Por
qué? Porque vivimos en este mundo y enfrentamos limitaciones decepcionantes
pero inevitables.
Los líderes
de su iglesia son personas limitadas:
-
están
limitados por su pecado (así que, inevitablemente, llaman buenas cosas a
algunas cosas malas y malas a otras cosas buenas);
-
están
limitados por sus debilidades (mientras que tienen fortalezas que se dirigen a
tres áreas, tienen debilidades que les causan un desempeño inferior en las
otras dos);
-
están
limitados por sus dones (han sido dotados por Dios para sobresalir en algunos
aspectos, pero no son más que el promedio en otros).
-
Y los
líderes de su iglesia no son los únicos factores limitantes.
-
Su
iglesia también está limitada por su ubicación, su historia, su tamaño, sus
instalaciones y sus finanzas.
-
Está
limitada por su membresía, por la madurez espiritual de la gente que la llama
hogar.
-
Está
limitada por la necesidad de asignar recursos limitados a un número ilimitado
de prioridades potenciales.
Esta es la
vida en este mundo.
Si hay cinco
cosas que quiere que sea su iglesia, puede tener tres.
La pregunta
es: ¿qué hará con las otras dos? ¿Cómo se relacionará usted con la iglesia
cuando, esas otras dos, continúen sin ser atendidas, sin mejorar o con
prioridades insuficientes?
¿Cómo va a
vivir con esa imperfección?
Si este
principio es válido para la iglesia local, también lo es para otras áreas.
b) Es verdad
en el matrimonio.
Si hay diez
cosas que le gustaría que fuera su cónyuge, puede tener seis, siete u ocho de
ellas, a lo mucho.
Si usted fuera
a hacer una lista de los rasgos que más valora, es poco probable que su esposo
o esposa marque cada casilla, o que marque cada casilla al mismo tiempo.
Inevitablemente habrá vacíos, inevitablemente habrá áreas de debilidad que van
a pasar desapercibidas, desde ahora, hasta que la muerte los separe.
Su esposo
nunca será todo lo que usted quiere que sea,
Su esposa
nunca cumplirá cada uno de los deseos que usted tiene.
c) Es cierto en la crianza de los hijos. Si usted fuera a hacer una
lista de todas las esperanzas y aspiraciones que usted tiene hacia sus hijos,
será mejor que esté preparado para ver que se quedarán cortas en algunas de las
más significativas.
Nunca
encontrarán todas tus esperanzas, todos tus deseos, todas tus expectativas. Tal
vez (¡tal vez!) lleguen al sesenta o setenta por ciento.
d)
Es verdad en el pastorado.
Mientras que usted estará genuinamente agradecido por sus pastores en algunas
áreas, será mejor que se prepare para los momentos en los que ellos se quedarán
cortos, le defraudarán y no podrán cumplir con sus expectativas.
Si hay una
docena de cosas que quiere que sean sus pastores, tiene que empezar a pensar en
cómo responderá a las cuatro o cinco que nunca serán.
e) Por
supuesto que también es cierto para
nosotros. En momentos de honestidad y transparencia, tenemos que admitir
que nuestras mayores decepciones son con nosotros mismos.
Independientemente
de cómo juzguemos el éxito personal, cualesquiera que sean las expectativas personales
a las que nos aferremos, sabemos que nos quedaremos cortos.
Si es una
lista de diez, podemos ver un éxito significativo en seis o siete; si es una
lista de cincuenta, quizás treinta o treinta y cinco.
Es justo y
bueno esperar mucho de nuestras iglesias, nuestros matrimonios, nuestros hijos,
nuestros pastores y nosotros mismos.
Pero gran
parte de nuestro descontento en la vida, se debe a que esperamos demasiado, a
que nuestras expectativas son demasiado altas.
Es correcto y
bueno protegerse de la apatía, pero hay una diferencia entre ser apático y ser
realista. Siendo realistas, tenemos que saber que mientras que, nuestras mayores
necesidades se satisfacen perfectamente en Cristo, todos nuestros otros deseos
se satisfacen imperfectamente a través de personas imperfectas.
Tenemos que
aprender a encontrar gozo en esta imperfección y a pesar de esta imperfección.
Tenemos que
aprender a alabar la gracia donde la vemos y la experimentamos, y a esperar el
gran día venidero cuando nuestra realidad finalmente alcance e incluso supere
el nivel de nuestros deseos.
Tim
Challies