De una u otra manera, la mayoría de los padres teme que, al usar disciplina con sus hijos, éstos puedan alejarse. Sin embargo, la realidad es que la disciplina es necesaria y (para la mayoría de los hijos) funciona. Muchos hijos no son lo suficientemente maduros como para darse cuenta de que si sus padres no los corrigen -si no relacionan las consecuencias a acciones que están más allá de sus límites- no les estarían demostrando amor hacia ellos.
La disciplina saludable es una muestra de que los padres aman sus hijos. Pensemos en Dios por un momento. La Escritura nos dice que Él nos disciplina porque nos ama: “Hijo mío, no desprecies la disciplina del Señor, ni te ofendas por sus reprensiones. Porque el Señor disciplina a los que ama, como corrige un padre a su hijo querido”, Proverbios 3:11-12 (NVI). Este pasaje en Proverbios relaciona la disciplina de Dios con la disciplina que humanamente provee un padre a su hijo o hija, y es así como sabemos que la disciplina (presentada en una forma saludable) es una demostración de amor.
Creo que la manera más sana y efectiva de disciplinar a niños y adolescentes es establecer previamente consecuencias al violar los límites. Cuando las consecuencias son establecidas antes de que algo pase, informas la dinámica de que no eres tú en contra de tu hijo o hija, sino tú y tu hijo en contra de las consecuencias. Por ejemplo, si mi hija viene a casa tarde, después del horario fijado y me encuentro con ella en la puerta le puedo decir: “Estoy muy apenado de que viniste después de tu horario y de que ahora tendrás que pasar las próximas tres semanas con tu mamá y conmigo”.
No tengo que enojarme. No tengo que gritar. Ni siquiera tengo que levantar la voz. Puedo, de hecho, ser empático hacia mi hija, porque la realidad es que nos pusimos de acuerdo acerca de las consecuencias antes de tiempo. Somos mi hija y yo en contra de las consecuencias.
Ningún adolescente irá a sus padres y les dirá: “¡Gracias, gracias! ¡Amo cuando me impiden salir!”. Pero, amar las directrices y establecer como padres constantes límites, sí son una muestra de amor. Más allá de aplicar consecuencias, tus hijos necesitan que le ayudes a procesar malas decisiones; que les guíes hacia el aprendizaje que viene de los errores que han hecho. Necesitan tu apoyo y tu motivación para construir la confianza de que ellos, también, son capaces de tomar buenas decisiones.
Tus hijos no te van a pedir que les impidas salir o que traigas más disciplina a sus vidas, pero lo necesitan. ¡La disciplina es una muestra de amor! Asegúrate de disciplinar de una manera amorosa y razonable.
Doug Fields