He esperado toda mi vida para leerle El señor de los anillos a mis hijos. Anoche llegamos a mi escena favorita, en la que la doncella del escudo, Éowyn, se enfrenta al Rey de Angmar: un terrible agente del mal, ante el cual todos, excepto ella, han huido.
Cuando Éowyn desafía a este Rey muerto viviente, él se burla de ella con unas palabras proféticas: “¡Tonto! ¡Ningún hombre vivo puede detenerme!”. Pero Éowyn, que ha entrado en la batalla disfrazada, se ríe. Ella se quita el casco, su cabello se suelta, “No soy un hombre vivo”, dice, y mata a su enemigo. Lo que parecía una promesa de victoria para su enemigo en realidad profetizaba su derrota.
Después de nueve años trabajando con profesores cristianos en las principales universidades seculares, creo que estamos al borde de una revelación similar. Si vemos más allá del Occidente secularizado, que profetiza la desaparición del cristianismo, y miramos hacia el escenario global, descubriremos que el cristianismo está prosperando y creciendo mientras que la proporción de personas sin afiliación religiosa disminuye.
Si nos fijamos más detenidamente en cada obstáculo aparente a la fe, como los tres ejemplos a continuación, veremos que resultan ser señales que apuntan a Cristo.
1. Diversidad
El cristianismo es una fe exclusivista. Afirmamos que Jesús es el Señor, sin importar la raza, el lugar, o la cultura. Pero en lugar de luchar contra la diversidad, como muchos suponen, el cristianismo es el mayor movimiento de diversidad en toda la historia. Jesús rompió las barreras raciales y culturales de su época (Jn. 4:5–29) y ordenó a sus seguidores que “hicieran discípulos a todas las naciones” (Mt. 28:19). Dos mil años después, el cristianismo no solo es la cosmovisión mundial más grande del mundo (y se espera que siga siéndolo), sino que también es la más mezclada racial y culturalmente.
Lejos de erradicar la diversidad, el cristianismo insiste en ella.
Sí, los cristianos han pecado una y otra vez en este aspecto, y el llamado de Cristo al amor a pesar de las diferencias se ha convertido para algunos en odio, racismo, y xenofobia. Pero los textos del Nuevo Testamento y la Iglesia global son los dos puntos de reunión más grandes para la diversidad en toda la historia. De hecho, lejos de erradicar la diversidad, el cristianismo insiste en ella.
2. Ciencia
El cristianismo proclama un Dios creador todopoderoso. Creer esto no nos pone en contra de la ciencia, sino que nos alinea con los orígenes del método científico moderno.
Los primeros científicos empíricos creían que el Dios que creó el universo es racional, por lo que plantearon la hipótesis de que Él construyó el universo de acuerdo con leyes racionales. Pero también creían que este Dios es libre, por lo que la única manera de averiguar cuáles son esas leyes es yendo e investigando. Estas dos creencias sentaron las bases de la ciencia empírica, el proyecto (en las primeras palabras del astrónomo Johannes Kepler) de “pensar los pensamientos de Dios de acuerdo a Él”.
La ciencia puede plantear cuestiones teológicas complejas, pero los cristianos han estado a la vanguardia de la ciencia desde el principio.
Sin duda, la ciencia puede plantear cuestiones teológicas complejas, pero los cristianos han estado a la vanguardia de la ciencia desde el principio, y hoy en día, hay cristianos a la vanguardia en todos los campos científicos que se cree que han desacreditado al cristianismo. En lugar de conceder la ciencia al ateísmo, deberíamos estar encantados por descubrir más sobre el mundo de Dios, no porque no creamos en un Creador, sino precisamente porque creemos en Él (Ap. 4:11).
3. Sexualidad
Creer que el sexo pertenece solo al matrimonio entre un hombre y una mujer nos pone en desacuerdo con algunos amigos incrédulos. De hecho, puede que nos acusen de odio y fanatismo. Sin embargo, la ética sexual bíblica no es una vela fácil de apagar, sino que está bien respaldada por los datos sobre el florecimiento humano.
Para las mujeres en particular, tener muchas parejas sexuales se correlaciona con más tristeza, depresión, e ideas suicidas, mientras que para ambos sexos, el matrimonio estable es notablemente bueno para la salud mental y física. Las personas casadas tienen más y mejor sexo que sus compañeros no casados, ¡y el número de parejas sexuales que maximiza la felicidad en el último año resulta ser uno!
Cuando se trata de la sexualidad entre personas del mismo sexo, estamos totalmente en desacuerdo con nuestra cultura inmediata. Pero también en esta área el cristianismo tiene más recursos de los que la mayoría piensa. Algunos de los primeros cristianos experimentaron atracción por el mismo sexo y llegaron a Cristo con historias homosexuales (1 Co. 6:9–11). Lo mismo ocurre con la iglesia actual, ya que un número creciente de cristianos atraídos por personas del mismo sexo están defendiendo la ética sexual bíblica en una plataforma costosa de sacrificio personal.
La Biblia nos llama a afirmar los límites alrededor del sexo. Pero estas no son barreras odiosas diseñadas para mantener a las personas alejadas. Más bien, son marcas en el campo de juego de la vida humana diseñadas para crear espacio para diferentes tipos de amor, cada una reflejando un aspecto diferente del amor de Dios. A la luz de esto, la Biblia nos llama a un modelo particular de matrimonio, una visión elevada de la soltería, y una profunda intimidad en las amistades, donde somos hermanos y hermanas (Mt. 12:50), un cuerpo (Ro. 12:5), “unidos en amor” (Colosenses 2:2), y compañeros en armas (Fil. 2:25). De hecho, Pablo llama a su amigo Onésimo su propio “corazón” (Fil. 12), y le dice a los tesalonicenses que estaba entre ellos “como una madre que cría con ternura a sus propios hijos” (1 Tes. 2:7).
En la verdadera comunidad cristiana, nadie se queda fuera. Por lo tanto, la manera en que respondemos al mantra secular de que “el amor es amor” no tiene por qué ser con hostilidad o una actitud defensiva. Más bien, puede ser el reclamo radical de nuestro único Salvador: “Nadie tiene un amor mayor que éste: que uno dé su vida por sus amigos” (Jn. 15:13).
La mejor respuesta en apologética
En el área de la sexualidad, como en cualquier otra área de la apologética, Jesús se encuentra en el corazón de la respuesta. Creemos que el matrimonio es entre un hombre y una mujer por toda la vida porque modela el amor de Cristo por su Iglesia (Ef. 5:22–33). Creemos que el método científico funciona porque el universo está sustentado por la palabra todopoderosa de Dios (Heb. 1:3). Creemos en un amor que rompe las diferencias raciales y culturales porque un día las personas de toda tribu, lengua, y nación adorarán a Jesús en comunión conjunta (Ap. 7:9–10).
Así como cuando la revelación de Éowyn como mujer significó la muerte del Rey de Angmar, así, una y otra vez, cuando observamos más de cerca los supuestos obstáculos a la fe, más bien nos dirigen a Cristo. Entonces, no hagamos retirada. En su lugar, armémonos de amor, oración, y humildad, y usemos las mejores ideas que podamos aprender del mundo de Dios a través de un estudio cuidadoso, y entablemos conversación con nuestros amigos no creyentes desde donde se encuentran.
El amor de Cristo nos obliga a aceptar las preguntas más difíciles, sabiendo que Su verdad sin duda ganará.