No sé si en algún momento te ha tocado vivir de cerca o tener que experimentar que alguien que no esperabas, te lastime el corazón de la manera más cruel y menos imaginada. A mí me ha tocado vivirlo y es algo muy fuerte donde el corazón se llena de una tristeza indescriptible. Es difícil lograr olvidar esas palabras que te dijeron y que tanto te hirieron, sobre todo cuando son falsas, cuando muy dentro de ti conoces que no eres de la forma en que te han juzgado o descrito.
Uno de primera instancia quisiera que pasaran dos cosas: venganza o que la tierra te trague. Y ninguna de estas dos alternativas es buena. Lo he dicho muchas veces y no me cansaré de repetirlo, la venganza solo hace que tu interior se dañe. Afecta tu organismo completo y puede traer enfermedades a tu vida. Pues de alguna manera nuestro cuerpo muchas veces, refleja cómo nos sentimos.
Me ha tocado orar mucho y pedir a Dios que me ayude a atravesar cada desierto y que el con su gran amor cicatrice cada herida que me han provocado. Y a veces sus respuestas no llegan cuando lo he esperado, pero llegan cuando menos lo sospecho sorprendiéndome y haciéndome ser una testigo de que la justicia de Dios llega. Y más aún que Dios tiene cuidado de todos y cada uno de sus hijos.
Porque sé lo difícil que es cuando te ofenden, lastiman, agravian o calumnian, quiero pedirte que por favor, no tomes la justicia en tus manos. Más bien preséntate ante Dios con tus quejas y dolores y deja que él se mueva en tu vida y te demuestre que las cosas son mejores cuando las dejamos en sus manos.
Por último te pido que consideres perdonar. Perdona, aunque es difícil hazlo, porque el perdón hace un bien inexplicable a nuestras vidas y nos libera de sentimientos negativos. ¿Cuántas veces nosotros ofendemos a Dios o a otras personas? Y cuando esto pasa deseamos que recuerden que somos humanos y nos brinden su perdón también. Oramos el Padre Nuestro al Señor y le decimos que nos perdone como nosotros también perdonamos a los que nos ofenden. Entonces si todos cometemos errores, ya sea pequeño o grande, es bueno reconocer y tener el corazón perdonador. Esto nos ayudará a crecer y ser mejores.
Tal vez la herida es muy reciente y muy grande. Te repito que sé lo que se siente, pero también sé lo que se siente cuando dejas todo en las manos del Señor y el se encarga de glorificarse. Y el sentimiento es una paz que sobrepasa todo entendimiento y mucho amor dentro del corazón.
Autora: Brendaliz Avilés