REFLEXIÓN UNA VENTANA AL CIELO VIERNES 13 DE SEPTIEMBRE DE 2019.
"El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, más se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta”1 Corintios 13: 4-7.
El amor es sufrido, porque se ama a pesar de las circunstancias, es benigno porque está lleno de bondad, no es envidioso porque no está enfocado en mi propia felicidad, sino en la bendición de otras personas. El amor verdadero no es jactancioso, no se envanece, ni usa sus galardones, conocimiento, experiencia, recursos u otra cosa para imponerse sobre las personas amadas. El amor verdadero no hace nada indebido, no avergüenza, no humilla, no ofende, sino que cuida, honra, y protege a otras personas.
El Altísimo no se agrada cuando actuamos como mejores, más sabios, más maduros o superiores, en algún sentido, a todos los que nos rodean. Qué bueno hacer un alto en el camino y preguntarnos: ¿Estoy brindando amor y respeto a los demás? ¿Cuánto tiempo y cuantas energías nos gastamos a diario en discusiones, en afanes y en cuanta cosa que estorba el disfrutar de cada segundo, de cada instante de vida que Dios nos ha permitido vivir?
Se ha detenido, por un instante, a pensar en el día que tengamos que partir de esta tierra y reconozcamos, con dolor, que hemos desperdiciado tantos instantes en los cuales pudimos expresarle a alguien cariño, brindarle un abrazo, una sonrisa, haber tomado una mano con sinceridad para animar, reconfortar, ayudar y, sin embargo, no lo hicimos. De pronto, los demás recibieron de nosotros solo reproches, palabras negativas y destructivas. Como dice un famoso presentador de televisión: ¡Ah! ¡Qué triste!
Dice la Escritura: “El hombre que tiene amigos ha de mostrarse amigo; Y amigo hay más unido que un hermano.” Proverbios 18:24. Que no haya en nosotros remordimiento semejante, pues Dios nos diseñó, a cada uno de nosotros, de tal forma, que podamos brindarnos abrazos, caricias y palabras saturadas de gracia y de verdad. La máxima expresión del amor sacrificial está en nuestro SEÑOR JESUCRISTO, quien no escatimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse y hecho semejante a los hombres y estando en la condición de hombre, se humillo a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz, para salvarnos “Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos.” Juan 15:13. Él lo dio todo por AMOR a nosotros. ¿Qué le das tú a cambio?
En este mes de amor y amistad y cada día de nuestras vidas, que bueno sería poner en práctica lo expresado por Francisco de Asís, en su preciosa súplica al Altísimo y que me permito transcribir:
“SEÑOR, haz de mí un instrumento de tu paz: donde haya odio, ponga yo amor, donde haya ofensa, ponga yo perdón, donde haya discordia, ponga yo unión, donde haya error, ponga yo verdad, donde haya duda, ponga yo la fe, donde haya desesperación, ponga yo esperanza, donde haya tinieblas, ponga yo luz, donde haya tristeza, ponga yo alegría. OH, MAESTRO, que no busque yo tanto ser consolado como consolar, ser comprendido como comprender, ser amado como amar. Porque dando se recibe, olvidando se encuentra, perdonando se es perdonado, y muriendo se resucita a la vida eterna.” Francisco de Asís.
-FELIZ DIA DE AMOR Y AMISTAD-
ARBEY SERNA ORTIZ