Cuando el diablo incita a los creyentes a pecar, es importante darse cuenta de que a él le encanta pintar una imagen hermosa e idílica, pero no es la imagen completa, no hay angustia, pérdida, quebranto ni dolor. Lo hace para sacarte de la batalla. Ciertamente hizo esto en la azotea cuando el rey David observó a la esposa de otro hombre. En ese momento crítico, David miró la imagen que tenía delante y tomó una decisión equivocada, cayendo posteriormente en adulterio.
El Señor le había dado una vez a David una promesa increíble. “Y será afirmada tu casa y tu reino para siempre delante de tu rostro, y tu trono será estable eternamente” (2 Samuel 7:16). En otras palabras, camina conmigo y te bendeciré a ti y a tu casa. Del mismo modo, Dios promete bendecirnos, pero su bendición no es incondicional. Siempre hay consecuencias en las elecciones que hacemos.
Todos llegamos a esos puntos cruciales en la vida que tienen el potencial de tener un gran impacto en el curso de nuestro futuro, tal como lo hizo David. No puedo evitar pensar, si David hubiera tomado una decisión diferente en ese momento crucial. Lamentablemente, tomó una decisión equivocada, nunca creyó que se convertiría en un asesino y un mentiroso, llevando a la gente a la derrota. Sin embargo, incluso entonces, ¡David descubrió que Dios era misericordioso!
David volvió a su primer amor porque, en última instancia, como lo describen las Escrituras, él era un hombre según el corazón de Dios. El Salmo 51 nos da un vistazo de su corazón: “Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia; conforme a la multitud de tus piedades borra mis rebeliones… y límpiame de mi pecado” (Salmos 51:1-2).
Anímate si en algún momento del camino has tomado una decisión equivocada, porque él está esperando saber de ti. ¡Él te dará la victoria justo donde estás! De eso se trata el primer amor; y con ello están todas las bendiciones que sólo provienen de la mano de Dios.
Carter Conlon