Lejos de querer aportar a su marca personal, este hombre prefirió el anonimato pues era la mejor manera de glorificar a Su Dios. Al parecer, Marcos tuvo sus altas y sus bajas. Esto lo califica para representar bien a muchos de nosotros.
Este fue un siervo de gran impacto en la iglesia primitiva, pero de poca algarabía. Te invito a que veamos un poco sobre su vida y lo que podemos aprender él.
Marcos y sus inicios
Marcos fue autor del Evangelio que lleva su nombre, y colaborador de al menos dos de los apóstoles (Pedro y Pablo). Según Hechos 12, era hijo de María, quien aparentemente era una mujer de influencia. Él probablemente nació en Jerusalén, donde su madre residía.
Es en este capítulo de Hechos que aparece su nombre por primera vez. También sabemos que su nombre judío era Juan (Hech. 13:5,13) pero llegó a ser conocido por su sobrenombre romano que Marcos (por ej.: Hch. 15:39 y 2 Ti. 4:11).
En medio del apogeo de la evangelización a los gentiles, el Espíritu Santo dejó ver por medio de un profeta la hambruna de Judea (Hech. 11) y desde Antioquía la iglesia envió hasta allá una ayuda por medio de Bernabé y Pablo. El relato de Hechos 12 nos indica que Dios liberó de la cárcel a Pedro, quien fue apresado por Herodes. Al salir de prisión, Pedro se dirigió a la casa de la madre de Marcos, donde estaban varios hermanos orando por él.
Al final del capítulo, Lucas narra el juicio de Dios sobre Herodes, y que Bernabé y Saulo se llevan a Juan Marcos, quien era primo de Bernabé, de regreso a Antioquía para que les acompañara en el primer viaje misionero que Pablo emprendería.
La vida de Marcos nos recuerda que el Dios de gracia sabe dar nuevas oportunidades.
Estos pasajes nos muestran el contexto en el que Marcos inició su labor en el ministerio. Probablemente había en él mucha emoción y gran expectativa, ya que Dios estaba obrando a favor de los suyos de maneras palpables con señales y prodigios.
Una experiencia frustrante
La Biblia no nos relata cuál era la tarea específica de Marcos en aquel primer viaje misionero. Suponemos que tenía alguna labor de apoyo o asistencia. Al parecer, era bueno con el seguimiento de tareas, la redacción, el lenguaje del momento (el griego), y no tenía problemas en ser un segundo. No obstante, algo ocurrió.
Lucas no nos refiere el motivo, pero en un momento en que su función era necesaria, este hombre desertó y volvió atrás: “Pablo y sus compañeros navegaron desde Pafos y llegaron a Perge de Panfilia; pero Juan se apartó de ellos y regresó a Jerusalén” (Hch. 13:13). Sabemos que Pablo consideraba la causa de esta deserción como algo de peso, ya que tres años después rechazó la idea de que Marcos fuera parte del equipo en su segundo viaje misionero, lo cual causó una tensión que resultó en una separación entre él y Bernabé, quien se llevó a Marcos mientras Pablo continuó su viaje con Silas (v. 15:36-40).
Una segunda oportunidad
Marcos no quedó fuera de la labor misionera, ya que apoyó a Bernabé en su ministerio, pero tuvo la amarga experiencia de un capítulo opaco de su vida. Sin embargo, el Dios de gracia sabe dar nuevas oportunidades.
Esto es algo que hace la vida de Jesús: transforma los corazones, los sobrecoge y hace humildes.
Se desconoce cómo o dónde, pero en algún momento su relación con Pablo mejoró: Marcos estuvo con él en su primer aprisionamiento en Roma (Col. 4:10 y Flm. 1:24); también estuvo con Timoteo en Éfeso, cuando Pablo escribe su última carta: “Toma a Marcos y tráelo contigo, porque me es útil para el ministerio” (2 Ti. 4:11).
Además, sabemos que Marcos sirvió junto al apóstol Pedro y estuvo con él “en Babilonia” (1 P. 5:13). Y finalmente, desde la iglesia del primer siglo hasta ahora, se le considera como el autor del Evangelio que lleva su nombre.
Su ejemplo de humildad
Tal vez lo más importante que aprendemos de Marcos es el valor de la humildad.
A pesar de su aporte significativo a la iglesia de Cristo por medio de la redacción de su Evangelio, Marcos no buscaba gloria propia. Eso lo vemos en que ni siquiera se preocupa por mencionar su propio nombre. Esto es algo que hace la vida de Jesús: transforma los corazones, los sobrecoge y hace humildes.
Marcos sirve de estímulo para el cristiano de hoy que vive en una generación que abraza la popularidad y la vanagloria como un valor fundamental para la identidad. Su ejemplo de vida y valores es totalmente contracultural. ¿Lo mismo puede decirse de nosotros?