Esta nueva serie de artículos está diseñada para ayudar al creyente laico a aprender algunos hechos básicos sobre el canon del Nuevo Testamento: el tipo de cosas que pueden ser útiles en una conversación con un amigo escéptico o inquisitivo. El primero de estos hechos es tan básico que a menudo se pasa por alto. Simplemente es que los libros del Nuevo Testamento son los primeros escritos cristianos que poseemos.
Si queremos descubrir cómo era realmente el cristianismo auténtico, debemos confiar en los escritos más cercanos a la iglesia primitiva.
Uno de los desafíos más formidables en cualquier discusión sobre el canon del Nuevo Testamento es explicar qué hace que estos 27 libros sean únicos. ¿Por qué estos y no otros? Hay muchas respuestas a esa pregunta, pero en este artículo nos estamos centrando en una sola: la fecha de estos libros. Estos libros se destacan como singulares porque son los primeros escritos cristianos que poseemos y, por lo tanto, nos acercan más al Jesús histórico y a la iglesia primitiva. Si queremos descubrir cómo era realmente el cristianismo auténtico, entonces debemos confiar en los escritos más cercanos a ese período de tiempo.
Esto es particularmente evidente cuando se trata de los cuatro Evangelios: Mateo, Marcos, Lucas, y Juan. Estos son los únicos relatos del evangelio que se derivan del primer siglo. Claro, hay algunos estudiosos que han intentado colocar el Evangelio de Tomás en el primer siglo, pero esto no ha tenido mucho éxito. Después de asentar todo el polvo académico, incluso los críticos están de acuerdo en que estos cuatro son los primeros relatos de Jesús que poseemos.
Ahora, vale aclarar algunas cosas. Primero, debemos notar que hay desacuerdos sobre la fecha de algunos libros del Nuevo Testamento. Algunos eruditos han argumentado que algunos libros del Nuevo Testamento son falsificaciones escritas en el siglo II. Mientras, otros académicos han defendido la autenticidad (y la fecha del primer siglo) de estos libros. Este es un debate en el que no podemos profundizar aquí. Sin embargo, aún si estos “libros objeto de debate” son puestos a un lado en nuestras discusiones, podemos afirmar que la gran mayoría de los escritos del Nuevo Testamento (incluyendo los cuatro evangelios) siguen siendo los primeros escritos cristianos que poseemos.
Todos nuestros libros canónicos son del primer siglo.
Segundo, algunos pueden señalar que la Primera epístola de Clemente es un documento cristiano que data del primer siglo y no está incluida en el canon del Nuevo Testamento. Es cierto, pero la fecha por consenso para esta carta es alrededor del 96 d.C. Esta fecha es posterior a todos nuestros libros del Nuevo Testamento. La única posible excepción es Apocalipsis que data, a más tardar, alrededor del 95-96 d.C. Sin embargo, algunos le dan una fecha anterior a este libro. Aun así, esto no afecta el punto macro que estamos haciendo aquí.
A modo de aclaración, no estamos argumentando aquí que los libros son canónicos simplemente porque tienen una fecha del primer siglo. En el primer siglo existieron otros escritos cristianos que no fueron canónicos, y quizás descubramos algunos de ellos en el futuro. Nuestro punto no es que todos los libros del primer siglo son canónicos, sino que todos nuestros libros canónicos son del primer siglo. Y ese es un punto que vale la pena destacar.
Al final, cada cristiano debe recordar una cosa básica: que los libros del Nuevo Testamento se distinguen porque, en general, son los primeros escritos cristianos que poseemos. Ninguno es anterior. Si es así, entonces parece que los libros incluidos en el Nuevo Testamento no son tan arbitrarios como algunos quisieran hacernos creer. Por el contrario, pareciera que estos son precisamente los libros que incluiríamos si quisiéramos tener acceso a un cristianismo auténtico.