El testimonio que Dios quiere dar a conocer en sus hijos es gozo, gozo genuino y duradero. “El gozo del Señor es vuestra fuerza” (Nehemías 8:10). Este gozo, que resulta de la predicación bíblica y el arrepentimiento verdadero, trae verdadera fuerza al pueblo de Dios y atrae a los pecadores a su casa.
La mayoría de los cristianos nunca asocian el gozo con el arrepentimiento, pero el arrepentimiento es en realidad la madre de todo gozo en Jesús. Sin éste, no puede haber gozo. Cuando David desobedeció, perdió el gozo del Señor y sólo pudo ser restaurado por el verdadero arrepentimiento. Así que él oró: “Lávame más y más de mi maldad, y límpiame de mi pecado. Porque yo reconozco mis rebeliones, y mi pecado está siempre delante de mí” (Salmos 51:2-3). David también oró para recuperar lo que había perdido: “Vuélveme el gozo de tu salvación” (51:12).
Es imposible mantener el gozo del Señor si el pecado está presente en la vida de uno. Debemos separarnos cada vez más del mundo que nos rodea. ¿Cómo puede el Espíritu Santo derramar gozo sobre las personas que continúan disfrutando del adulterio, las adicciones y el materialismo, viviendo como aquellos que no siguen a Cristo?
Sólo el gozo del Señor nos proporciona la verdadera fuerza. Podemos hablar todo lo que queramos sobre nuestro largo caminar con Cristo, pero si no estamos permitiendo que el Espíritu Santo mantenga el gozo del Señor en nuestros corazones, si no estamos continuamente hambrientos de su Palabra, entonces estamos perdiendo nuestro fuego y no estaremos listos para lo que vendrá al mundo en estos últimos días.
¿Cómo mantenemos el gozo del Señor? Lo hacemos de la misma manera que obtuvimos su gozo al principio.
- Primero, amamos, honramos y ansiamos con entusiasmo la Palabra de Dios.
- Segundo, caminamos continuamente en arrepentimiento.
- Tercero, nos separamos de todas las influencias mundanas.
¡Así es como una persona o iglesia del Espíritu Santo mantiene el “gozo de Jesús”, regocijándose siempre, lleno de alegría!
DAVID WILKERSON