Hace pocos días posteé una frase en mis redes sociales: “No se trata de cuánto comprendes, sino de cuánto practicas lo que comprendes”. De nada me sirve tener a mi disposición mil herramientas sobre cómo mejorar mi existencia, si no me enfoco en el desarrollo de ciertas prácticas que, sostenidas en el tiempo, pueden producir grandes cambios. Puedo leer cien libros sobre cómo modificar la tendencia hacia el pesimismo; pero puede resultarme más útil practicar algún ejercicio diario donde reestructure mi forma de pensar. Veo con pesar como, algunas personas siguen buscando una y mil explicaciones para comprenderse a sí mismos, sin darse cuenta de que pierden años de su vida sin ejercitar herramientas que podrían convertirlos en individuos más felices.
En esta línea es muy interesante el libro "Practicar la felicidad” de Tal Ben-Shahar, profesor y escritor israelí. Cada capítulo tiene una breve explicación de un concepto y, a continuación, nos invita a una práctica. Por ejemplo, veamos qué nos dice sobre los buscadores de virtudes y también sobre los buscadores de defectos:
"Nadie es inmune a los sentimientos de tristeza o de dolor. Pero hay personas que siempre parecen capaces de encontrar el lado bueno de cualquier situación: se alegran de sus logros, así como de los ajenos, tienen la habilidad de transformar un contratiempo en una oportunidad, y van por la vida con un aire de optimismo. Y están los otros, que siempre ven el vaso medio vacío, casi nunca encuentran motivo para alegrarse, parecen siempre insatisfechos, y viven en una atmósfera de mórbido pesimismo. El primer ejemplo es el arquetipo del buscador de virtudes: la persona que siempre encuentra el hueco en medio de la tormenta, que si encuentra limón hace limonada, que ve el lado bueno de las cosas, que no recela de lo bueno porque es demasiado bueno. El segundo arquetipo es el que Henry David Thoreau llamó el buscador de defectos, que «encuentra defectos hasta en el para&iacu te;so”.
Y vamos a lo más interesante, donde Tal Ben-Shahar nos propone un simple ejercicio de reconstrucción cognitiva que nos puede ayudar a convertirnos en buscadores de virtudes:
“Escriba acerca de algunas cosas que le hayan pasado en la vida, viéndolas primero como un buscador de defectos y luego como un buscador de virtudes. Por ejemplo, escriba sobre un examen que haya suspendido: primero sobre lo mal que se sintió y lo desagradable de la experiencia (buscando los defectos); luego, sobre la manera en que esa experiencia le hizo más humilde y le enseñó la importancia de esforzarse más (buscando las virtudes de la situación). Recuerde que el buscador de virtudes no es quien piensa que las cosas siempre suceden para bien, ni pretende ser feliz en cualquier circunstancia, sino quien acepta los hechos tal como se presentan, pero trata de obtener el máximo beneficio de ellos”.
¿Y esto sirve?
Te puedo asegurar que el ejercicio diario de esta práctica te puede convertir en un buscador experto de virtudes. Te harás bien. Y también harás mucho bien.
|