En esta hora, cuando una miríada de voces y falsos profetas están emergiendo, debemos reconocer cuán imperativo es tener una mente sana, discernir claramente la voz de Dios y dejarnos dirigir por la verdad. Si eliges volverte a Dios con todo tu corazón, él comenzará a revelarte su Palabra y su voz. “Tus oídos oirán a tus espaldas palabra que diga: Este es el camino, andad por él; y no echéis a la mano derecha, ni tampoco torzáis a la mano izquierda” (Isaías 30:21).

Dios te dará una mente sana si ese es tu deseo. Él te llevará a las Escrituras y serás establecido en los caminos de Dios, capaz de discernir la verdad. Pronto llegarás al punto en que ya no estarás luchando en tu mente, ni gobernado por tu propio pensamiento natural. Esto significa que lo que digan otras personas ni lo que veas en las noticias te moverán. No serás abrumado por el temor ante cada informe maligno que oigas, porque sabrás lo que es correcto y lo que dice la Biblia.

Recordarás lo que Dios te habló, y mientras andas en lo que él dice, vivirás para verlo cumplido. Todo el infierno podrá enviar a sus enemigos más profundos y tenebrosos contra ti, pero tendrás la confianza de que una sola línea de verdad puede hacer volar a toda la tripulación. “Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?” (Romanos 8:31). O cuando surjan temores sobre la provisión para el futuro, de pronto recordarás las palabras de David: “Joven fui, y he envejecido, Y no he visto justo desamparado, ni su descendencia que mendigue pan” (Salmos 37:25).

La principal diferencia entre las personas que tienen una mente sana y las que no la tienen se hará evidente en la conducción de Dios en sus vidas. David escribió: “En lugares de delicados pastos me hará descansar; junto a aguas de reposo me pastoreará” (Salmos 23:2). Aquellos con una mente sana serán guiados por la tierna voz de su Salvador, y recibirán promesas de seguridad sin importar lo que enfrenten en los días que vendrán.

Poder, amor y una mente sana: eso es lo que proviene de Dios, y sólo proviene de Dios. Confía en que él te dará el poder para que llegues a ser todo lo que él te ha llamado a ser. Determina en tu corazón encontrar su voluntad y Dios hará su parte al llenarte del Espíritu Santo, el cual vencerá cualquier espíritu de temor.

^{Carter Conlon}