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¿O no sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No os dejéis engañar: ni los inmorales, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los homosexuales,1Corintios 6:9.
1 Corintios 6-> Ver.
[V.9-> ¿No sabéis? La forma de la pregunta en griego pide una respuesta afirmativa: “Ciertamente, lo sabéis”. ¿Os habéis apartado tanto de las enseñanzas del evangelio y de los principios de rectitud que no comprendéis que no hay lugar en el cielo para cualquiera que es culpable de éstas cosas? Injustos. El que procura beneficiarse a expensas de sus hermanos no entrará en el reino de Dios. Su carácter codicioso, egoísta y ambicioso es diametralmente opuesto al abnegado y humilde amor que caracteriza a los habitantes del paraíso. No heredarán. El reino de Dios es presentado en varios textos como una herencia(Mat 19:29; Mat 25:34; Luc 10:25; Luc 18:18; 1Co 15:50; Efe 1:11; Efe 1:14; Heb 11:9-10). Se advierte a los injustos que anhelan tanto obtener posesiones materiales, hasta el punto de estar dispuestos a desprestigiar a la iglesia llevando a sus hermanos ante los tribunales civiles, que por hacer esto se están privando de una herencia eterna mucho más valiosa que cualquier riqueza natural. El reino de Dios. Puede aplicarse al reino de la gracia, aquí y ahora, y también el reino de la gloria que se establecerá cuando Jesús vuelva(ver com. Mat 3:2; Mat 4:17; Mat 5:3). Un injusto no es un súbdito idóneo para ninguno de estos dos reinos. Quien espera vivir en el reino de la gloria en el futuro, naturalmente procurará que su vida, mediante la gracia 695 divina, armonice con los principios que rigen en ese reino. No erréis. ”¡No os engañéis!” (BJ, NC). “No os forjéis ilusiones” (BC). El pecado ciega a los que lo practican, a tal punto que con frecuencia parecen no comprender que están haciendo mal; o si lo comprenden, sus sentidos están tan embotados y oscurecidos por la complacencia en el mal, que da la impresión que no se dan cuenta del peligro que los amenaza (ver Jer 17:9; Mat 13:14-15; 2Co 3:14; 2Co 4:4). La familiaridad con el pecado frecuentemente hace que los hombres pierdan de vista su verdadera naturaleza y que sean inducidos a creer que pueden vivir transgrediendo la ley de Dios, y al mismo tiempo esperar confiadamente que serán salvos. Dios presenta con claridad que no puede haber transigencia entre el pecado y la rectitud, y que cualquiera que se aferra al pecado cosechará la retribución de esa necedad que revela poca visión (ver Pro 14:9; Gal 6:7-8; DMJ 78-79). Los creyentes de Corinto no podían fomentar mala voluntad hacia sus hermanos hasta el punto de demandarlos ante los tribunales de los incrédulos y, sin embargo esperar ser salvos. Ni los fornicarios. Los 1Co 6:9 y 1Co 6:10 presentan una lista de vicios que eran comunes entre los paganos de Corinto. La fornicación se presenta primero debido quizá al flagrante caso de incesto (1Co 5:1). Idólatras. Se enumera la idolatría con un grupo de pecados derivados de la sensualidad, porque entre los paganos el desenfreno sexual con frecuencia se relaciona con la adoración de ídolos. Otra razón para incluir la idolatría en la lista de horribles pecados de inmoralidad podría ser porque el libertinaje se centra claramente en el abuso sexual del cuerpo humano, y se puede decir que los que lo practican convierten en un ídolo el medio por el cual complacen su propia concupiscencia. Adúlteros. Ver com. Mat 5:27-32. Afeminados. Gr. malakós, que básicamente significa “de naturaleza suave”, “delicado”, o “tierno”. Cuando se usa en relación con términos que indican algún vicio carnal, tales como los del 1Co 6:9, se aplica a homosexuales, y más particularmente, a los que se entregan para ser usados con propósitos inmorales. Los que se echan con varones. Gr. arsenokóites, otro término que describe a los homosexuales. “Homosexuales” (BJ); “sodomitas” (BC; NC). La lista de los pecados enumerados en los 1Co 6:9 y 1Co 6:10 incluye la mayoría de los pecados comunes de la carne (ver Gal 5:19-21; Efe 5:3-7). Si alguien persiste en fomentar cualquiera de éstos malos hábitos, será excluido del reino de Dios. El que vive esclavizado por los pecados de la carne, no sólo renuncia a su oportunidad de participar de la gloriosa herencia de los santos, sino que transmite a sus descendientes un legado de debilidad física y espiritual (ver CRA 50, 140; Te 155; 3SG 291; 1JT 102). ]
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El símbolo del pacto de Cristo .
Y dijo Dios: Esta es la señal del pacto que yo establezco entre mí y vosotros y todo ser viviente que está con vosotros, por siglos perpetuos: mi arco he puesto en las nubes, el cual será por señal del pacto entre mí y la tierra. Génesis 9:12, 13.
¡Qué compasión para el hombre errante colocar en las nubes el hermoso arco multicolor como señal del pacto del gran Dios con el hombre! ... Era su propósito que cuando los niños de las generaciones futuras vieran el arco en las nubes... sus padres pudieran explicarles la destrucción del mundo antiguo por el diluvio, debido a que la gente se había entregado a toda suerte de iniquidades, y que las manos del Altísimo habían formado el arco y lo habían colocado en las nubes como señal de que nunca más traería un diluvio de aguas sobre la tierra. Este símbolo en las nubes debía consolidar su confianza en Dios, porque era una señal de misericordia divina y bondad hacia el hombre... MGD 159.2
Se dice que hay un arco iris en el cielo circundando el trono, como asimismo sobre la cabeza de Cristo, como un símbolo de la misericordia de Dios que circunda la tierra. Cuando el hombre provoca la ira de Dios debido a su gran maldad, Cristo, el intercesor del hombre, ruega por él y señala el arco en la nube como evidencia de la gran misericordia de Dios y de su compasión por el hombre sujeto a error.—
Los ángeles se regocijan al contemplar esta preciosa señal del amor de Dios al hombre. El Redentor del mundo la contempla; porque por su intermedio apareció este arco en los cielos, como señal o pacto de la promesa hecha al hombre. Dios mismo contempla el arco en las nubes y recuerda su eterno pacto entre él mismo y el hombre... Al contemplar esta hermosa visión, podemos regocijarnos en Dios puesto que él mismo nos asegura que está contemplando esta señal de su pacto, y que cuando lo hace recuerda a sus hijos de la tierra, para quienes fue dado. No están ocultas de su vista ni sus aflicciones, ni sus peligros, ni sus pruebas. Podemos regocijarnos en esperanza porque el arco del pacto de Dios está sobre nosotros. Nunca olvidará a los hijos de su preocupación.—
Multitudes de hombres perversos, profiriendo gritos de triunfo, burlas e imprecaciones, están a punto de arrojarse sobre su presa sobre el pueblo de Dios antes de su regreso , cuando de pronto densas tinieblas, más sombrías que la obscuridad de la noche caen sobre la tierra. Luego un arco iris, que refleja la gloria del trono de Dios, se extiende de un lado a otro del cielo, y parece envolver a todos los grupos en oración. Las multitudes encolerizadas se sienten contenidas en el acto. Sus gritos de burla expiran en sus labios. Olvidan el objeto de su ira sanguinaria. Con terribles presentimientos contemplan el símbolo de la alianza divina, y ansían ser amparadas de su deslumbradora.
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La preparación para las crisis y desastres de los últimos días por obedecer al papado y el catecismo santificar las fiestas Domingo .Apocalipsis 16.
Las condiciones de estos últimos días nos apremian a la preparación—Estamos viviendo en el tiempo del fin. El presto cumplimiento de las señales de los tiempos proclama la inminencia de la venida de nuestro Señor. La época en que vivimos es importante y solemne. El Espíritu de Dios se está retirando gradual pero ciertamente de la tierra. Ya están cayendo juicios y plagas sobre los que menosprecian la gracia de Dios. Las calamidades en tierra y mar, la inestabilidad social, las amenazas de guerra, como portentosos presagios, anuncian la proximidad de acontecimientos de la mayor gravedad. MB 139.1
Las agencias del mal se coligan y acrecen sus fuerzas para la gran crisis final. Grandes cambios están a punto de producirse en el mundo, y los movimientos finales serán rápidos. MB 139.2
El estado actual de las cosas muestra que tiempos de perturbación están por caer sobre nosotros. Los diarios están llenos de alusiones referentes a algún formidable conflicto que debe estallar dentro de poco. Son siempre más frecuentes los audaces atentados contra la propiedad. Las huelgas se han vuelto asunto común. Los robos y los homicidios se multiplican. Hombres dominados por espíritus de demonios quitan la vida a hombres, mujeres y niños. El vicio seduce a los seres humanos y prevalece el mal en todas sus formas.—
Está por suceder algo decisivo—La época actual es de interés abrumador para todos los vivientes. Los gobernantes y estadistas, los hombres que ocupan puestos de confianza y autoridad, los pensadores de ambos sexos y de todas las clases, tienen la atención fija en los sucesos que ocurren alrededor nuestro. Observan las relaciones tirantes y llenas de inquietud que existen entre las naciones. Observan la intensidad que toma posesión de cada elemento terrenal, y reconocen que está por ocurrir algo grande y decisivo, que el mundo está al borde de una crisis estupenda. MB 139.4
Los ángeles están ahora sujetando los vientos de la lucha para que no soplen hasta que el mundo sea advertido de su cercana condenación; pero se está preparando una tormenta, lista para estallar sobre la tierra; y cuando Dios ordene a sus ángeles que suelten los vientos, habrá una escena tal de lucha, que ninguna pluma podría describirla.—Está muy cerca el momento en que habrá en el mundo una tristeza que ningún bálsamo humano podrá disipar. Se está retirando el Espíritu de Dios. Se siguen unos a otros en rápida sucesión los desastres por mar y tierra. ¡Con cuánta frecuencia oímos hablar de terremotos y ciclones, así como de la destrucción producida por incendios e inundaciones, con gran pérdida de vidas y propiedades! Aparentemente estas calamidades son estallidos caprichosos de las fuerzas desorganizadas y desordenadas de la naturaleza, completamente fuera del dominio humano; pero en todas ellas puede leerse el propósito de Dios. Se cuentan entre los instrumentos por medio de los cuales él procura despertar en hombres y mujeres un sentido del peligro que corren.—
Grandes ciudades serán devastadas—El trabajo que hace mucho tiempo debería haber sido hecho en la activa operación de ganar almas para Cristo no ha sido realizado. Los habitantes de las impías ciudades que muy pronto serán visitados por los desastres, han sido cruelmente descuidados. El tiempo se acerca cuando grandes ciudades serán devastadas, y todos deberían estar apercibidos de estos juicios venideros. Pero, ¿quién está dando al cumplimiento de esta obra la labor plena que Dios requiere? ... MB 140.3
Hasta el momento presente no se ha realizado en las ciudades ni la milésima parte del trabajo que debía haber sido hecho, y que debería realizarse si hombres y mujeres cumplieran con todo su deber.—
¡Oh, si el pueblo de Dios tuviera conciencia de la inminente destrucción de miles de ciudades ahora casi entregadas a la idolatría!—
Desastres inminentes—No hace mucho tiempo, una escena muy impresionante pasó delante de mí. Vi un inmenso globo de fuego cayendo entre algunas hermosas mansiones y causando su instantánea destrucción. Escuché a alguien decir: “Nosotros sabíamos que los juicios de Dios vendrían sobre la tierra, pero no sabíamos que vendrían tan pronto”. Otros dijeron: “¿Vosotros lo sabíais? Entonces, ¿por qué no nos lo dijisteis? Nosotros no lo sabíamos”. En todos lados escuchaba decir tales palabras. ... MB 141.3
Pronto penosas aflicciones sobrevendrán entre las naciones; una angustia que no cesará hasta la venida de Jesús. Como nunca antes necesitamos apresurarnos a servir juntos a Aquel que ha preparado su trono en los cielos y cuyo reino gobierna sobre todos. Dios no ha desamparado a su pueblo, y nuestra fuerza depende de no separarnos de él. MB 141.4
Los juicios de Dios están en la tierra. Las guerras y los rumores de guerras, la destrucción por fuego e inundación, dicen claramente que el tiempo de angustia, el cual irá en aumento hasta el fin, está cerca, a las puertas. No tenemos tiempo que perder. El mundo está perturbado por el espíritu de la guerra. Las profecías del capítulo once de Daniel casi han alcanzado su cumplimiento final.
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