El precio de Seguir a Jesús
Base
Escritural: Mateo
8: 18-22
Introducción.
Muchos argumentan ser seguidores del Señor
Jesucristo. No obstante la pregunta es: ¿Realmente somos seguidores del
Maestro. Ir de las palabras a los hechos es complejo, más entre quienes
creyendo tener fortaleza, se encuentran con la realidad de que las circunstancias
a veces resultan más fuertes y terminan volviendo atrás. Seguir al Señor Jesús
amerita pagar un precio. ¿Está dispuesto a pagarlo?
I. DEFINIENDO NUESTRA UBICACIÓN (v.18)
1 ¿Somos parte de las multitudes?
a. En las multitudes hay muchos espectadores
b. En las multitudes no hay compromiso
2. ¿Somos parte de los seguidores?
a. Implica salirse de las multitudes
b. Implica cambiar las ideas de las
multitudes por los principios de Jesús
II. LA DECISIÓN DE SEGUIR A JESÚS DEBE NACER EN
EL CORAZÓN Y NO SER FRUTO DE LAS EMOCIONES
1. Las palabras construyen sueños o
realidades
2. Hay que evaluar qué decisión tomamos,
medir las consecuencias(v.19)
a. El cristiano no se ata con sus palabras
b. Debemos recuperar el valor de las
palabras
3. Seguir a Jesús implica no devolvernos
No solo por hoy... mañana y pasado también...
III. SEGUIR A JESÚS IMPLICA ESPERAR EN DIOS
1. Jesús no hizo promesas (v.20)
a. De liderazgo o de reconocimiento
b. De riquezas o de posición social
c. De que “todo marcharía bien”
d. De que no “nadarían contra la
corriente”
2. Jesús confrontó a sus discípulos con la
renuncia
a. Dejar todo en manos de Dios: economía,
futuro, carrera...
b. Vivir un día a la vez, pero con Dios
c. Someterse a los “intempestivos” cambios
en los planes de Dios
d. Dejar atrás las ataduras emocionales
(vv. 21, 22)
e. Salirse de las multitudes para siempre
“Deja
que los muertos entierren a sus muertos”
Conclusión.
Debemos evaluar cuidadosamente nuestra decisión de seguir al Señor
Jesucristo. Es una determinación que no se toma a la ligera. Es cierto, es una
decisión trascendental que todo ser humano debe adoptar, sin embargo, para
tener éxito es imprescindible que midamos el alcance de lo que vamos a hacer;
nos dispongamos a pagar el precio y, tomados de la mano del amado Hijo de Dios,
demos pasos firmes.