DIOS USA A LOS DEFECTUOSOS.
Curiosamente, a Dios le encanta elegir a
las personas más improbables, sin entrenamiento e imperfectas para lograr cosas
asombrosas. Abraham mintió cuando estuvo bajo presión, Moisés mató a un hombre
antes de convertirse en el libertador de Israel, la familia del rey David lo
descartó por ser tan sólo un niño pastor; y el apóstol Pedro era un pescador
sin entrenamiento religioso formal.
“Pues mirad, hermanos, vuestra vocación,
que no sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos
nobles; sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios;
y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; y lo vil del
mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es,
a fin de que nadie se jacte en su presencia” (1 Corintios 1:26-29).
Ten en cuenta que esas palabras fueron
escritas a una congregación de creyentes en Jesús, no al clero. En caso de que
te sientas inadecuado e inexperto cuando el Espíritu llama, por favor recuerda
que esta es la manera en la que Dios generalmente obra, para poder garqntizar
que él reciba toda la gloria.
Veamos a Pablo por un momento. Él era
judío, entrenado como fariseo y experto en la enseñanza del Antiguo Testamento.
Nadie estaba mejor equipado para llevar las buenas nuevas al pueblo judío, pero
no es allí donde Dios colocó a Pablo. En cambio, ¡él lo usó para difundir el
Evangelio entre los gentiles!
Cuando el Espíritu de Dios se mueve, sus
propósitos se revelan y se llevan a cabo de manera que ningún comité, prueba de
personalidad o programa de computadora puedan resolverlo. Cristo no murió en la
cruz para que pudiéramos pasar nuestro tiempo como cristianos en la tierra
simplemente sentados esperando su regreso. Jesús dijo: “La mies es mucha, más
los obreros pocos” (Mateo 9:37). Jesús dijo que hay una escasez de obreros,
pero el Espíritu de Dios hará el trabajo real a
través de ti y de mí, haciendo cosas más allá de nuestra
imaginación más salvaje. Todo comienza cuando te ofreces a servir.
Jim Cymbala