SIGAMOS CORRIENDO
Tal vez hayas escuchado la
historia de John Stephen Akhwari, el corredor de maratones de Tanzania que
quedó en último lugar en las Olimpíadas de 1986 en México. Ningún corredor que
ha terminado en último lugar ha quedado tan atrás.
Se lesionó mientras viajaba y entró al estadio cojeando con la pierna
ensangrentada y vendada. Había pasado más de una hora desde que el resto de los
corredores terminó la carrera. Sólo quedaban unos cuantos espectadores en las
gradas cuando Akhwari terminó de cruzar la meta.
Cuando le preguntaron por qué siguió corriendo a pesar del dolor, Akhwari
contestó: «Mi país no me envió a México a iniciar la carrera. Me envió a
terminarla.»
La actitud de este atleta debe ser la nuestra a medida que envejecemos. Tenemos
una carrera por delante, y hemos de seguir corriendo hasta que lleguemos a la
meta final.
Nadie es demasiado viejo para servir a Dios. Debemos seguir creciendo,
madurando y sirviendo hasta el final de nuestros días. . Todavía hay mucho que
hacer.
Así que sigamos corriendo «con paciencia». Terminemos la carrera. . . con
firmeza.
David Roper