La oración cambia mi conciencia de la separación a la unidad espiritual.
La gracia es el espíritu de Dios obrando como un poder transformador en mí y en mi vida. Sin importar mis creencias, acciones y pensamientos pasados, la gracia está disponible para mí. Tengo acceso a ella al cambiar mi manera de pensar: elevando mis pensamientos a pensamientos de unidad y armonía. Este proceso eleva mi mente de la limitación humana a la conciencia espiritual.
Una práctica que promueve la renovación de la mente es el uso de afirmaciones y negaciones. Dejo ir creencias falsas y luego afirmo que la gracia de Dios fluye libremente en mi vida. En este estado de despertar espiritual, ya no busco mi bien en el mundo físico; por el contrario, lo encuentro por medio de la conciencia de la presencia de Dios actuando en y como toda vida.
Ciertamente de su plenitud tomamos todos, y gracia sobre gracia.—Juan 1:16
Tengo el poder para reclamar mi paz interna en cualquier momento y situación. Lo que visualizo crea ondas de energía que se mueven hacia afuera, afectando todo a mi alrededor. Así que cuando elijo una manera de ser pacífica, ésta contribuye al mundo en general.
Esto es de mayor importancia en momentos de estrés o conflicto. Si algo o las acciones de alguien me perturban, yo decido cómo responder. Hago una pausa y respiro profundamente. Recuerdo que el orden divino siempre está obrando en todas las cosas. Me conecto con mi corazón y sigo mis sentimientos hasta su origen. Descubrir y soltar temores o frustraciones me permite encontrar la paz en mí. Mi paz interna, a su vez, ayuda a crear paz en el mundo. La paz interna es mi elección.
No existe límite para la cantidad de cosas maravillosas que mi conciencia puede concebir. Hoy elijo enfocar mi atención en expresar el gozo que está en mí.
Miro todo a mi alrededor y encuentro razones para sentirme alegre. Existen tantas manifestaciones especiales y asombrosas de la vida de Dios. No importa dónde esté, hay maravillas que admirar. Todo lo que tengo que hacer es ver con mis ojos espirituales.
Cuando miro a la gente, veo más allá de su lenguaje y acciones externas al Cristo morador en ellas. Saber que todas esas personas son seres espirituales, tal como yo, me llena de gozo. También veo su potencial ilimitado.
Reboso de gozo y gratitud porque soy un ser espiritual, uno con todos los seres.
Estas cosas les he hablado, para que mi gozo esté en ustedes, y su gozo sea completo.—Juan 15:11
Mantengo un pensamiento de paz para los habitantes de la Tierra.
En diciembre de 1972, la tripulación del Apolo 17 tomó una fotografía épica de la Tierra que ellos titularon “La canica azul”. Esa foto refleja lo frágil que es nuestro planeta y lo intervinculados que estamos como seres humanos; es un recordatorio visual de la oración bretona: “Tu mar, oh, Dios, tan grande, mi bote tan pequeño”.
Mantengo esta imagen en mi mente cuando oro por la paz mundial. Visualizo que todas las personas trabajan juntas con amor y paz. Éste es nuestro planeta y lo habitamos juntos. Recuerdo mi responsabilidad sagrada de ayudar a cuidar del mundo y promover la paz. Visualizo que todas las personas disfrutan de la belleza de este planeta y viven juntas en armonía.
¡Del Señor son la tierra y su plenitud! ¡Del Señor es el mundo y sus habitantes!—Salmo 24:1