**Las estrellas se desplazaban con fervor esa madrugada, un fenómeno nuevo estaba por acontecer, y así lo notó ella, quien abandonó su reposo en una humilde casa en Rodorio para contemplar el movimiento de los astros, ahora reflejados en unos ojos zarcos y serenos*
** De repente, un destellante reflejo se desata sobre todo el ambiente sumiendo todo bajo una espesa luz, imposibilitando vista alguna –Athena…- exclama una voz imponente y serena cuya procedencia totalmente no es identificada… -Es tiempo de que vengas con nosotros- contempla, mostrando lentamente su desvaída figura de entre lo más recóndito de aquella luz *
**La mirada de la joven no parece inmutarse en demasía, dirigiendo su atención hacia aquella voz masculina. - ¿Quién te ha enviado? - Pregunta, dejando salir una voz aterciopelada, pero igualmente firme y resolutiva*
** -Los dioses, ya conocen de tu existencia en la tierra, Athena…- dictamina con recelo descendiendo completamente tras desvanecerse todo rastro de la claridad que traía consigo. Poniendo sus ligeros pies en el suelo, y al toque, varias plumas revoloteando a su alrededor, como si de sus alas se tratase –Por favor, venga conmigo- al tiempo que postra su rodilla diestra en el suelo para levantar aquella mística mirada en espera de respuesta *
**Respuesta que no llega inmediatamente. El largo cabello de la diosa ondea con sutileza, y sus ojos aguamarina, profundos como el Universo se posan sobre el postrado Ikaro. Apenas una ligera sonrisa se asoma por unos labios carnosos - No puedo regresar. Mi trabajo aquí todavía no claudica - Finalmente, llega su contestación, sin ningún tipo de titubeo.*
** Una mirada frívola se dibuja en el rostro del ángel enviado del Olimpo para ella, aquél par de ojos cristalinos se encuentran con los suyos á través de una máscara plateada que bordea todo su rostro –Su lugar se encuentra con los dioses, en el Olimpo, no hay nada que la retenga aquí cuando su sitio es conocido por usted desde eras atrás…- finaliza, girando su rostro hacia la derecha para poder observarle con más detalle *
**Las manos de la diosa se entrelazan, tranquilamente, a sus espaldas, mientras escucha atentamente las palabras del enmascarado. Finalmente, niega ligeramente. - La Tierra es mi responsabilidad, y mi lugar está con los humanos. - Empieza, sin apartar en ningún momento su mirada de la del muchacho. - Así ha sido siempre, desde la era mitológica. Regresa al Olimpo y llévales este mensaje: "No regresaré hasta que yo lo considere necesario" - Expresa, esta vez con una mueca seria y decidida en su faz*
** Las cejas del enviado del Olimpo se levantan dando a entender un pequeño atisbo de sorpresa con aquél gesto –De tal modo que… No desea volver al Olimpo-, formula… Ocultando aquel par de ojos tras sus parpados… -Entonces, Athena, tu tierra recibirá el castigo de los dioses a causa de tu negligencia- poniéndose de nuevo en pie sin abrir en ningún instante sus ojos… -Así lo han decidido- menciona frívolo e inanimado *
**El rostro serio de Athena lo dice todo, no va a cambiar de parecer en ningún momento. De ideas claras y concisas, alza la mirada hacia el chico mientras éste se pone en pie. - No son los humanos los que han contradecido a los dioses. Sino yo misma. - Murmura, con un tono firme y puro, al igual que sus ojos. - Si he de recibir castigo alguno por ello, adelante. Pero no permitiré una injusticia - Anuncia, justo cuando un aura de tonalidades doradas comienza a exhibirse perfilando su efigie*
** -¿Por qué alguien como usted está en medio de la humanidad y de ellos, los dioses?- cuestiona sereno e inmutable al ver como aquella cantidad de energía cósmica empieza a rodear a la soberana de la justicia en su nuevo cuerpo… -Justo castigo es la muerte para quienes osan desafiar a los dioses- dictamina frío dando unos pasos hacia adelante, justo en frente de ella regodeándose con la energía de la luna, la cual aún no se ha marchado del todo en el firmamento *
** - Porque no es solo mi deber, sino mi deseo el protegerlos. - Es su única respuesta. Sus ojos zarcos brillando con la luz que su solo cosmos emite, arrancando luminiscencias de pureza a aquella escena.*
** “Realmente tiene en su cuerpo el poder de los dioses…” se dice aquel para sí mismo, materializando justo entre su mano derecha una fina jabalina de color dorado, más aquella no es la única, y de aquél modo una ráfaga de las mismas se dirige desde los cielos hasta ella de manera vertical a su posición con el único fin de lacerar su cuerpo *
**Sin embargo, ante el embate del Angel de Dios, un poderoso rayo dorado cae desde el cielo a unos pasos frente a la Diosa Athena, resquebrajándo el suelo e interviniendo el encuentro divino..- He sido guiado por su luz y cosmos Diosa Athena, he estado esperando su regreso a la Tierra...- concluye una voz bondadosa la cual tiene como punto de origen aquel rayo, el cual se subdivide en esporas de cosmos que terminan por construir una figura altiva e imponente, la cual destaca un casco de oro y su rostro solo se presente el mismo universo..- Yo el Sumo Pontífice del Santuario, lider de las 88 tropas de Athena, estoy a su servicio..- se presenta con bondad y sabiduría, ignorando la presencia del enemigo*
**Cuando el encuentro es interrumpido, apenas una pequeña sonrisa asoma por los labios de la mujer. - Has tardado... - Apenas murmura, antes de volver a prestar total atención al enmascarado enviado por el Olimpo. - Regresa al Olimpo. Si de verdad yo he de cumplir con el castigo divino por proteger a los humanos, ellos deben dar la cara ante mí, pues no claudicaré sin pelear. - Esboza con firmeza y fuerza, reflejando así un carácter forjado en batallas y encuentros antigüos.*
**..- Lo lamento Athena, a partir de ahora yo me encargaré de su seguridad evitando este tipo de contrariedades..- afirma y aún evitando la presencia del enemigo, empieza un ligero andar hacia la posición de la Diosa Olímpica de la Sabiduría y la Justicia para llevársela hacia sus dominios en la tierra, el legendario Santuario*
** -Uhm… Se ha atrevido a desafiar la voluntad de los dioses, Athena- dictamina inclemente omitiendo la presencia del recién llegado, conservando una postura elegante y digna de un representante del Olimpo… -Tanto como usted, y la tierra, han de perecer ante la furia del Olimpo- claudica, y con varios pasos metálicos comienza a alejarse lentamente, perdiéndose de nuevo en una extraña luz, la misma con la que los propios dioses se presentan ante la humanidad *
**La diosa sigue con la mirada la marcha del mensajero del Olimpo, antes de volverse hacia el actual Patriarca, una vez a solas. Le mira y apenas sonríe, con un deje de confianza e intimidad, haciendo finalmente desaparecer su cosmos. - Habéis hecho un buen trabajo con el Santuario... - Menciona, con tranquilidad, mientras sigue y acompaña los pasos del hombre, rumbo a aquel reducto donde se entrenan los Santos de la Esperanza*