Cuenta el mito, que hubo una era en donde los Olímpicos se alzaron contra los Titanes. Una fiera batalla se libero en la Planicie de Tesalia. El cielo se mancho de oscuridad y la tierra se partió en dos. Los estragos eran apocalípticos, dejando una marca en el tiempo que nunca se olvidará. Pero sin embargo, luego de 10 largos años de guerra, los grandes titanes fueron encerrados en lo más profundo del Tártaro, despojados de sus Sōmas y condenados al encierro por toda la eternidad. Un suceso, que mucho después, sería bautizado como la Titanomaquia.
El poder de los Titanes era indescriptible, que aún siendo prisioneros del más profundo de los lugares de la Tierra, maldijeron a los Olímpicos. Una maldición que se vio reflejada en una serie de males y tormentos. Detestables y repugnantes, representaba la sombra de un pasado que ya habían desterrado de sus vidas.
Zeus como señor del Olimpo, batallo innumerables veces con estas sombras maléficas, sin embargo, persistentes siempre regresaban. Parecían indestructibles, entes latentes en busca de corromper.
Las continuas batallas se volvieron agotadoras, por lo que al verse en la imposibilidad de derrotarlas, Zeus ordenó a su herrero y alquimista por excelencia, Hefestos, que fabricara una prisión para contener dichos males.
El herrero maestro acato las órdenes y con ilustre excelencia en su arte, forjó una caja. Magnifica y deslumbrante, parecía ser la obra más perfecta del amorfo dios. Sin embargo aunque la caja era sin igual, su llave era la cumbre de la excelencia, a quien por gusto y capricho bautizó como Pandora.
Elaborada, pulcra y deslúmbrate. Sólo Zeus y Hefestos sabían la verdadera forma de la llave.
Una última batalla libro el rey de los dioses contra los males del mundo. Su cosmos brillante y omnipotente cubrió al mundo antiguo, absorbiendo y conteniendo a las sombras, conduciéndolas a su nueva prisión.
Contenido el ruin mal, la caja y la llave fueron separadas por completo una de la otra. Encerradas en las sombras ocultas del mundo, en un recinto donde nadie lograría apoderarse de ellas; Hefestos así se encargaría.
Una noche, Hefesto en su regocijo al creerse el maestro de la creación absoluta, se vio seducido por el poder de la caja, por lo que se escabullo en la tierra, a espaldas de sus hermanos Olímpicos y unió la llave con la caja. Sin poder resistirse la abrió por un instante, dejando libres una parte de los grandes males que hoy conocemos en el mundo: Ira, Vanidad, Miedo, Gula, Pereza, Envidia, Avaricia, Odio, Lujuria y por último la Esperanza, la luz que retiene a la oscuridad. Todos y cada uno de ellos maldijeron la Tierra. Hefestos al notar su error cerro nuevamente la caja dejándola en su lugar y arrojo la llave al horizonte, perdiendo razón del lugar de su paradero.
No obstante el paradero real de la caja y la llave ha sido el objetivo de muchas odiseas, ninguna con éxito ha logrado su cometido. La avaricia ha corrompido tanto a los hombres, que ésta los incita a la búsqueda irracional, con el único objetivo de liberar el poder total contenido en la caja.
Aquel que se haga con la caja de Pandora, se hará con el poder maligno para oprimir y conquistar al mundo…
-El tiempo ha llegado a su final, el mundo le pertenece al único Dios que merece éste derecho; nuestro generoso y benevolente Dios Hades y todo aquel que lo dispute sólo encontrará su inminente muerte o ¡La extinción! Volved a renaced estrellas malignas y cumplamos nuestro objetivo alzaremos a la gloria y la victoria al único ejercito vencedor; el ejercito infernal-