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De: Mistikmoon (Mensaje original) |
Enviado: 03/12/2019 05:39 |
La niña de los fósforos
Por Hans Christian Andersen
¡Qué frío tan atroz! Caía la nieve, y la noche se venía encima. Era el día de Nochebuena. En medio del frío y de la oscuridad, una pobre niña pasó por la calle con la cabeza y los pies desnuditos.
Tenía, en verdad, zapatos cuando salió de su casa; pero no le habían servido mucho tiempo. Eran unas zapatillas enormes que su madre ya había usado: tan grandes, que la niña las perdió al apresurarse a atravesar la calle para que no la pisasen los carruajes que iban en direcciones opuestas.
La niña caminaba, pues, con los piececitos desnudos, que estaban rojos y azules del frío; llevaba en el delantal, que era muy viejo, algunas docenas de cajas de fósforos y tenía en la mano una de ellas como muestra. Era muy mal día: ningún comprador se había presentado, y, por consiguiente, la niña no había ganado ni un céntimo. Tenía mucha hambre, mucho frío y muy mísero aspecto. ¡Pobre niña! Los copos de nieve se posaban en sus largos cabellos rubios, que le caían en preciosos bucles sobre el cuello; pero no pensaba en sus cabellos. Veía bullir las luces a través de las ventanas; el olor de los asados se percibía por todas partes. Era el día de Nochebuena, y en esta festividad pensaba la infeliz niña.
Se sentó en una plazoleta, y se acurrucó en un rincón entre dos casas. El frío se apoderaba de ella y entumecía sus miembros; pero no se atrevía a presentarse en su casa; volvía con todos los fósforos y sin una sola moneda. Su madrastra la maltrataría, y, además, en su casa hacía también mucho frío. Vivían bajo el tejado y el viento soplaba allí con furia, aunque las mayores aberturas habían sido tapadas con paja y trapos viejos. Sus manecitas estaban casi yertas de frío. ¡Ah! ¡Cuánto placer le causaría calentarse con una cerillita! ¡Si se atreviera a sacar una sola de la caja, a frotarla en la pared y a calentarse los dedos! Sacó una. ¡Rich! ¡Cómo alumbraba y cómo ardía! Despedía una llama clara y caliente como la de una velita cuando la rodeó con su mano. ¡Qué luz tan hermosa! Creía la niña que estaba sentada en una gran chimenea de hierro, adornada con bolas y cubierta con una capa de latón reluciente. ¡Ardía el fuego allí de un modo tan hermoso! ¡Calentaba tan bien!
Pero todo acaba en el mundo. La niña extendió sus piececillos para calentarlos también; más la llama se apagó: ya no le quedaba a la niña en la mano más que un pedacito de cerilla. Frotó otra, que ardió y brilló como la primera; y allí donde la luz cayó sobre la pared, se hizo tan transparente como una gasa. La niña creyó ver una habitación en que la mesa estaba cubierta por un blanco mantel resplandeciente con finas porcelanas, y sobre el cual un pavo asado y relleno de trufas exhalaba un perfume delicioso. ¡Oh sorpresa! ¡Oh felicidad! De pronto tuvo la ilusión de que el ave saltaba de su plato sobre el pavimento con el tenedor y el cuchillo clavados en la pechuga, y rodaba hasta llegar a sus piececitos. Pero la segunda cerilla se apagó, y no vio ante sí más que la pared impenetrable y fría.
Encendió un nuevo fósforo. Creyó entonces verse sentada cerca de un magnífico nacimiento: era más rico y mayor que todos los que había visto en aquellos días en el escaparate de los más ricos comercios. Mil luces ardían en los arbolillos; los pastores y zagalas parecían moverse y sonreír a la niña. Esta, embelesada, levantó entonces las dos manos, y el fósforo se apagó. Todas las luces del nacimiento se elevaron, y comprendió entonces que no eran más que estrellas. Una de ellas pasó trazando una línea de fuego en el cielo.
-Esto quiere decir que alguien ha muerto- pensó la niña; porque su abuelita, que era la única que había sido buena para ella, pero que ya no existía, le había dicho muchas veces: "Cuando cae una estrella, es que un alma sube hasta el trono de Dios".
Todavía frotó la niña otro fósforo en la pared, y creyó ver una gran luz, en medio de la cual estaba su abuela en pie y con un aspecto sublime y radiante.
-¡Abuelita!- gritó la niña-. ¡Llévame contigo! ¡Cuando se apague el fósforo, sé muy bien que ya no te veré más! ¡Desaparecerás como la chimenea de hierro, como el ave asada y como el hermoso nacimiento!
Después se atrevió a frotar el resto de la caja, porque quería conservar la ilusión de que veía a su abuelita, y los fósforos esparcieron una claridad vivísima. Nunca la abuela le había parecido tan grande ni tan hermosa. Cogió a la niña bajo el brazo, y las dos se elevaron en medio de la luz hasta un sitio tan elevado, que allí no hacía frío, ni se sentía hambre, ni tristeza: hasta el trono de Dios.
Cuando llegó el nuevo día seguía sentada la niña entre las dos casas, con las mejillas rojas y la sonrisa en los labios. ¡Muerta, muerta de frío en la Nochebuena! El sol iluminó a aquel tierno ser sentado allí con las cajas de cerillas, de las cuales una había ardido por completo.
-¡Ha querido calentarse la pobrecita!- dijo alguien.
Pero nadie pudo saber las hermosas cosas que había visto, ni en medio de qué resplandor había entrado con su anciana abuela en el reino de los cielos.
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Siempre me gustó la niña de los fósforos
Ha sido un placer volver a vivirlo.
Feliz día
Saludos |
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Historia del árbol de Navidad
Uno de los acontecimientos que se comparte en la
preparación de la Navidad, es el armado del árbol navideño, que acompaña todo el ciclo festivo.
Las antiguas civilizaciones europeas y asiáticas adoraban a los árboles, símbolos de la fuerza de la Madre Tierra.
Cuando llegaba el invierno y los árboles se quedaban sin hojas, los aldeanos colgaban telas de colores y piedras pintadas de sus ramas, para que sus hojas y frutos volvieran a brotar en Primavera, y así, asegurar la vida vegetal, la vida animal y la supervivencia.
En el siglo VIII, la Iglesia adoptó esta tradición, se tomó como árbol simbólico el pino y el abeto, ya que la silueta triangular representa al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. También se agregaron las luces que representan el espíritu interior y el amor. La estrella en la punta del pino representa a la estrella de Belén, también simboliza: unión y paz hogareña.
De la red...
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Un cuento de Navidad
Por Charles Dickens
(Versión corta)
Scrooge era de puño apretado, un viejo pecador exprimidor, escurridizo, codicioso, raedor, y avaricioso. Duro y encerrado en sí mismo que tenía un negocio junto con su difunto amigo Marley, quien hace 7 Navidades, porque era Navidad, había muerto. Nadie en las calles le hablaba, pues sabían bien la respuesta venidera. La mañana anterior a la víspera de Navidad, Fred, el sobrino de Scrooge, lo visita a su despacho para desearle Felices Navidades e invitarlo a cenar a casa. Scrooge rechaza rotundamente la invitación, es grosero y huraño y juzga a su sobrino por no tener mucho dinero. Fred, a pesar de la negativa de su tío, se retira amablemente y sin enojo alguno. Poco después, un par de caballeros le pidieron a Scrooge que hiciera un donativo caritativo para la gente pobre; no obstante y como era de esperarse, Scrooge se negó a ayudarlos y cuestionó la utilidad de los asilos y las cárceles para la gente necesitada. Bob Cratchit, empleado de Scrooge quien ganaba tan sólo 15 chelines, estaba transcribiendo cartas en su cuchitril y pasaba un frío intenso, pues Scrooge ahorraba hasta para carbón. Éste esperaba que fuera la hora de salida para regresar a casa con su familia y festejar la Navidad. Scrooge le advirtió que al día siguiente, pese a ser Navidad, tendría que ir a trabajar desde muy temprano sin falta, pues de lo contrario, perdería su trabajo. Cuando Scrooge regresó a su casa sintió que el ambiente estaba especialmente extraño y misterioso, pero ignorando dicha percepción, se colocó su camisón y gorro de dormir. Cuando éste estaba sentado en un sillón, se oyeron estruendos y campanas en la casa, y el espectro de su difunto socio, Marley, apareció ante él cargando cadenas que representaban su penitencia por haber sido mezquino y avaricioso en vida. En principio, Scrooge no quiere creer lo que ven sus ojos, pero los estruendos y gritos de Marley, lo someten a escuchar. Marley hizo su aparición para advertirle a Scrooge que debido a su comportamiento, él estaba destinado a viajar sin descanso y que aquello también le ocurriría a él de no cambiar su actitud, por ello le daban la oportunidad de reivindicarse y tres espectros se encargarían de visitarlo en las noches consecuentes a la 1:00. Cuando el espectro de marley salió por la ventana, Scrooge se dispone a dormir.
A las 4:00, Scrooge se despertó, y a partir de entonces, el reloj comenzó a avanzar con rapidez, dando las campanadas y haciendo pasar un día entero en cuestión de minutos. Al dar la 1:00, apareció ante él el primero de los 3 espectros. Era una extraña figura, como un anciano del tamaño de un niño. Su cabello, que colgaba por su espalda y su nuca, era blanco, quizá por la edad, y no obstante, la cara no tenía la menor arruga y el más tierno vello aparecía sobre su piel. Los brazos eran muy largos y musculosos; las manos, las piernas y pies igual, como si su presión fuese de una fuerza inusual. Vestía una túnica del blanco más puro y alrededor de su cintura llevaba un lustroso cinturón, cuyo brillo era hermoso. Sostenía una rama de fresco y verde acebo en la mano, y en contradicción con el emblema invernal, su vestido iba adornado con flores veraniegas. Desde la coronilla de su cabeza irradiaba un chorro de luz clara y brillante y usaba un gran apagaluces como gorra, que ahora sostenía debajo del brazo. Este espíritu se presenta como el Espectro de las Navidades pasadas, quien lleva a Scrooge a su pueblo de infancia. Ambos entran a una casa antigua donde observan a Scrooge de niño leyendo un libro e imaginándose historias. El viejo Scrooge siente enorme gusto y nostalgia al recordar aquellos momentos cuando viajaba con la imaginación. Poco después, lo lleva a la misma casa, pero Scrooge ya es un poco mayor y su hermana, alegre y hermosa, lo visita para llevarlo a casa con su padre a pasar la Navidad. Scrooge recuerda con amor a su hermana, quien murió poco después de haber tenido a Fred, su sobrino. Posteriormente, el espíritu lo lleva al despacho de Fezziwig, su primer jefe, quien tenía 2 aprendices y los alojaba en su casa. Era Navidad y había un festejo en la oficina a donde todo el mundo asistió, bailó y se divirtió. Scrooge sintió en aquel momento, la necesidad de hablar con su empleado Cratchit.
Continuaremos...
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Un cuento de Navidad
Por Charles Dickens
Continuacion...
Después el espíritu lo lleva a verse más grande, codicioso y con ojos de lucro discutiendo con su novia quien le reprocha haber cambiado porque se ha dejado atrapar por la avaricia. Ella le advierte que lo dejará, pues el ídolo de oro la ha desplazado. Ante esto, Scrooge le suplica al espíritu no ver más, pero éste le toma por los brazos y lo lleva a casa de Belle, su antigua novia, en compañía de sus hijos y su marido. Este último, le comenta a Belle que ha visto a Scrooge completamente solo y que su socio, Marley, está a punto de morir. Scrooge le suplica al espectro no ver más, que pare la tortura y al regresar a casa, cae en un profundo sueño. Esta vez, Scrooge no quería que este fantasma lo tomara desprevenido, así que abrió las cortinas de su cama y lo esperó despierto. Al dar la 1:00, nadie había ido por él, pero cruzando su puerta se reflejaba una luz roja. Scrooge se levantó para ver qué había tras la puerta y se encontró con el segundo de los 3 espíritus, dentro de su recámara repleta de comida y manjares. El espectro iba vestido con un sencillo manto verde, bordeado de piel blanca. Esta prenda colgaba tan suelta de su amplio pecho desnudo, como si desdeñara ser preservado o escondido por ningún artificio. Sus pies, que se observaban debajo de los amplios pliegues de la prenda, también estaban desnudos; y sobre su cabeza no llevaba otra cosa que una corona de acebo, engarzada por relucientes trozos de hielo. Sus rizos castaño oscuro eran largos y sueltos; libres como su genial cara, sus ojos chispeantes, su mano abierta, su alegre voz, su franco comportamiento y su aire jovial. En su cintura lucía un antiguo cinto, pero no había ninguna espada en él y la antigua vaina estaba enmohecida. El espíritu se presentó como el espectro de las Navidades Presentes, siendo de los más jóvenes de los más de mil ochocientos hermanos que tenía. Ambos viajaron hasta la ciudad y pese al frío que hacía, se respiraba una sensación de calidez y alegría. Fueron a casa de su empleado, Bob Cratchit y vieron a su familia antes de la cena de Navidad. Cratchit tenía varios hijos: dos pequeños, Martha, Peter y el pequeño y enfermo Tiny Tim, quien cojeaba de una pierna. En casa de Cratchit cenaban un pequeño pavo y pudín que cocinó su esposa, asimismo, cantaban villancicos alegremente. Scrooge le preguntó al espíritu si Tiny Tim viviría, pero éste le contestó que de no cambiar su situación, preveía una silla vacía y una muleta abandonada. A Scrooge le dio mucha pena que el pobre Tiny Tim pudiese fallecer debido a su enfermedad. De allí, partieron a casa de su sobrino Fred, quien festejaba la Navidad en compañía de su familia, brindaba por el tío Scrooge, pese a su negativa y burla respecto a la celebración. Scrooge estaba muy emocionado al ver la reunión, pues jugaban a la gallina ciega y todos se divertían mucho, él deseaba poder estar en el festejo. De regreso a casa de Scrooge, el espectro comenzó a envejecer y de los pliegos de su manto sacó un niño y una niña: amarillentos, flacos, andrajosos, huraños, lobunos, pero postrados en su humildad. El espectro dijo que eran los hijos del hombre y le recordó a Scrooge las palabras que pronunció con los caballeros que le pidieron caridad en su oficina para los pobres.
En punto de las doce, el espíritu desapareció y Scrooge divisó un fantasma solemne, con sábana y caperuza, que venía, cual una niebla, por el suelo, en su dirección. El fantasma se acercaba lenta y gravemente en silencio, parecía desparramar pesadumbre y misterio. Iba arropado con una prenda negra, que le escondía la cabeza, la cara, su forma, y no dejaba nada visible de él excepto una mano extendida. Scrooge le preguntó si era el espectro de la Navidad por Venir, pero el espectro no contestaba ni pronunciaba una sola palabra, únicamente señalaba con su mano la dirección. Scrooge le seguía en la sombra de su manto. Primero fueron a la ciudad y escucharon a varios hombres de negocios, que Scrooge conocía, hablar de la muerte de alguien. Después visitaron la casa de un señor que le compraba a unas mujeres las cortinas de cama y ropas del difunto, cual aves de rapiña. El siguiente lugar que visitaron fue la casa de una pareja que discutían sus deudas, dado que la persona a la que le debían, había muerto, sin embargo, cualquier cosa, era mejor que seguirle debiendo al difunto. Posteriormente, fueron a casa de Bob Cratchit y se percibía la ausencia de Tiny Tim y la profunda tristeza que ésta provocaba en sus familiares, asimismo, Bob platicaba que había visto a Fred, el sobrino de Scrooge, quien fue muy amable con él e incluso le ofreció trabajo a su hijo Peter. Finalmente, fueron al cementerio y el espectro señalaba una lápida en particular, en la cual estaba inscrito el nombre de Scrooge, por tanto, éste le suplicó que le permitiera revindicarse y que de ahora en adelante honraría todas las Navidades. Pese a sus súplicas, el espectro lo rechazaba y en último sollozo de Scrooge, el espectro se convirtió en la columna de su cama, permitiéndole sentirse liberado e infinitamente feliz por esta segunda oportunidad. A partir de ese momento, Scrooge juró tener siempre presentes a los tres espíritus de la navidad y decidió iniciar un cambio drástico en su vida. Al salir a la calle, comprendió que aquel día era la víspera de Navidad, así que le encargó a un muchacho comprar el pavo más grande de la tienda para enviarlo, en el anonimato, a casa de Cratchit. Inmediatamente después, se encontró con el señor que le habría pedido caridad para los pobres y Scrooge le ofreció una suma muy considerable. No se dilató para ir a casa de su sobrino y pasar la Navidad en compañía de su familia, tal y como la habría visto con el segundo espectro. A la mañana siguiente, Scrooge esperaba a Cratchit en la oficina, quien llegó un poco tarde. Scrooge lo regañó por su tardanza, pero era parte de una farsa para notificarle que le aumentaría el sueldo y que le ayudaría a sobrellevar los problemas de Tiny Tim. Scrooge cambió radicalmente, se volvió bueno y generoso. Tiny Tim, quien no murió, tuvo a Scrooge como un segundo padre. A veces la gente se reía del cambio de Scrooge, pero él era feliz.
Para leer la versión completa pincha en el grabado:
( Se requiere el Adobe Reader para leer el pdf )
También en:
Cuento de Navidad/Charles Dickens (1812-1870)
Capítulo 1 | Capítulo 2 | Capítulo 3 | Capítulo 4 | Capítulo 5
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Mitos y hechos históricos sobre Navidad.
La existencia de tres Reyes Magos data del siglo VI d.C. Melchor,
que representa a los europeos, ofreció al Niño Dios
un presente de oro que atestigua su realeza.
Gaspar, representante de los semitas de Asia, cuyo bien más preciado
es el incienso, lo ofreció al Niño como símbolo de su divinidad.
Y por último, Baltasar, negro y con barba, se identifica con los hijos de Cam,
los africanos, que entregan la mirra, en alusión a su futura pasión
y resurrección.
El primer pan dulce se hizo en Milán, por encargo del duque Sforza,
quien pidió a sus cocineros una comida especial para Navidad
que contenía en su interior frutas secas y pasas de uva,
y que decidió bautizar como "panettone".
El árbol de Navidad decorado, se cree que apareció a principios
del siglo XVII, en Alemania.
En 1605, un árbol fue decorado para ambientar el frío de la Navidad,
costumbre que se difundió rápidamente por todo el mundo.
El árbol de Navidad llegó a Finlandia en el año de 1800,
donde se extendió por el resto de países nórdicos.
Llegó a Inglaterra en 1829, y fue el príncipe Alberto, esposo de la reina
Victoria, quien ordenó adornar el castillo de Windsor con un
árbol navideño en 1841.
En Suecia, mantienen el árbol adornado y con sus luces
hasta 20 días después de la Navidad.
Según las crónicas, el pavo de Nochebuena tuvo su origen en México
en el S. XVI.
Los aztecas se lo hicieron probar a Hernán Cortés, a
quien le agradó y lo llevó a España.
Historias y mas historias sobre estas fechas se leerán por siempre,
pero lo que realmente importa es estar con los que se ama.
De la red.
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