-Abuela, ¿cómo se enfrenta el dolor?
-Con las manos, cariño, con las manos. Si lo haces con la mente, el dolor en lugar de suavizarse, se endurece aún más.
-¿Con las manos, abuela?
-Sí. Nuestras manos son las antenas de nuestra alma. Si las haces mover cosiendo, cocinando, pintando, tocando o hundiéndolas en la tierra, éstas envían señales de amor a la parte más profunda de ti. Y tu alma se tranquiliza porque le estás prestando atención. Así ya no necesita enviarte dolor para hacerse notar. Muévelas, mi niña, empieza a crear con ellas y todo dentro de ti se moverá. El dolor no pasará. Pero se convertirá en la mejor obra maestra. Y ya no dolerá más. Porque habrás logrado bordar su esencia.