Gracias a ti
sólo pruebo la miel de la esperanza.
Gracias a ti late mi corazón.
Gracias a ti
mis noches más solitarias son
como un kilim de Anatolia que sonríe
desde la pared.
Gracias a ti al final de mi camino,
sin llegar a mi ciudad,
he descansado en una rosaleda.
Gracias a ti, no dejo entrar a la muerte
que con sus cantos llama a mi puerta
vestida con sus más sutiles ropajes
y me invita al gran descanso.
Nazim H.