Cuando nos sentimos heridos,
muchas veces tomamos la decisión de cerrar nuestro corazón a nuevas relaciones y afectos.
Tememos ser lastimados otra vez y pensamos,
que si nos mantenemos al margen y no nos involucramos
emocionalmente con nadie (sean relaciones de pareja o de amistad) con esto estamos evitando el dolor.
Esta reacción es totalmente normal en el ser humano,
todos alguna vez hemos pensado y actuado de esta manera,
solo que esto lejos de evitar el sufrimiento lo incrementa.
Al no darnos a las personas,
al no abrirles nuestro corazón,
estamos actuando como un escudo para el amor,
lo estamos rechazando y nos estamos negando la posibilidad
de encontrar gente que corresponda a nuestros mismos sentimientos.
Nos estamos negando el derecho del amor.
Si concentramos nuestros pensamientos en el daño
que nos han hecho, esto también actuará como imán
y atraerá a personas que nos dañen nuevamente.
Cerramos nuestro corazón por defensa propia,
pero la única defensa verdadera es la confianza
en nosotros mismos y la protección de nuestros Guías.