A las mujeres de toda la tierra.
Mujer, siempre vas hermosa
con una gracia fresca y nativa
en el cuerpo y en los labios…
¿Sientes más allá de tus bellos ojos,
una mirada profunda que te acaricia?
En tu regazo yo aspiro
esencias y cálidos latidos…
un soplo primaveral
de una isla lejana y pura.
¿Es tu alma, fuente cristalina,
manantial del sueño?
¿O un vaso de noches taciturnas,
refugio de una loba
que día a día…
un corazón devora?
Encanto de mis pupilas,
dulce vino embriagador,
yo no sé de donde vienes
a encender las ansias
de mi corazón.
Mezcla de fiera y candor
que despertar puedes a un tiempo
el éxtasis y la ternura
que mi boca ansía.
Mis delirios
en tu Huerto quieren florecer
como en el campo el trigo
madura en canto y miel.
Yo amo tu belleza ¡Oh mujer!
tus ojos, astros del sueño,
reflejos del silencio
de una intensa primavera.
Amo tus senos puros,
frutos en cierne, vigorosos,
dos pomas turgentes
en el aire palpitando.
Tus muslos,
dulce reino de la dicha…
campos de esperanza,
espacios de la vida.
Amo en ti, juvenil mujer,
tus caderas fecundas,
ramajes para el hombre
tras el fruto y su latido.
Navío ondulante
que a una mar severa envía…
Poco a poco verás mujer hermosa
que la carne ufana,
como un pétalo, cae.
Dolor ha de arrancar
tu lámpara fatigada,
tu gracia desvaída.
Y los sueños
que meciste en las alturas
volarán como pájaros extraños…
Cuando la tierra
la carne oprima
y tu hermosura esté deshecha,
te amaré mujer
sobre el infinito
azul de los mares,
más allá de mis desvelos,
en el hondo silencio de la muerte.
A/D