Cuando te vas,
una llave gira entre mis tendones,
me retuerce el alma,
la envuelve sobre hierros oxidados,
arranca de raíz las sonrisas.
Cuando te vas,
la tristeza llega en puntas de pie,
pide permiso y pasa,
abre las ventanas y silba,
para que otras penas lleguen
y armen su fiesta de llantos.
Cuando te vas,
se rajan de nuevo
las fisuras separadas
de mi sangre de mármol,
se bajan, lentos ...
los parpados de la esperanza.
Cuando te vas,
el horizonte va pariendo un viento
en remolinos de cansancio y sed,
con truenos quejosos,
que van lamiendo el polvo.
Cuando te vas,
queda ausencia mirándome a lo hondo,
horadándome las certezas,
fatigándome las ansias.
Me busco entonces,
para no sentir el frío de tu voz
que no suena,
la angustia de tu impaciencia
que ya no brinca,
me busco,
para guiarme y no pisar el abismo
de tu nombre esfumado.
Y no me hallo
porque cuando te vas ...
descubro, amor ...
que yo me fui contigo.
a/d
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