No sé si estaba muerto, pero en ti he renacido, o si, estando dormido, me despertó tu voz; me asediaba el invierno, y a mi cuerpo aterido se ciñó el tuyo cálido, dentro de tu albornoz.
Fuiste mágica mano dando vuelta a mi vida, detrás de mí la noche, y el día frente a mí; de cuanto te precede la memoria se olvida, no de quien soy contigo, sólo de lo que fui.