Hola Eduardo!

Sé bienvenido, t saluda Haizea desde Euskadi...espero t encuentres agusto en el grupo.

Un abrazo,

JAAJAJAJAJAJJAAJA

Eres único!!

De tdos modos no m creo q coma tanto....no sería q ya .... la vista fallaba un pco... jajajaajaj

Un abrazo,

 

 

Este relato es tan cierto como escalofriante.

Decidimos hacer una pausa en nuestro duro trabajo, e irnos por tierras asturianas.

 A Papaoso no le gusta la sidra, pero yo que soy un entusiasta recalcitrante tanto de la sidra de San Sebastián como de la asturiana, lo compensaba con creces.

Preparamos todo para la excursión  y nos acostamos a una hora prudencial.

Al día siguiente, con todos los bártulos necesarios, tienda de campaña y bicicletas incluidas, cargamos el maletero y nos despedimos de la amable recepcionista del hotel. Empezamos montaña arriba. Papaoso siente pasión por la naturaleza y especial predilección por los osos pardos. De ahí su nick.

Su gran ilusión era contemplar un ejemplar en vivo y en directo, a pesar del riesgo que eso conlleva. Cuando llegamos al lugar apropiado, Papaoso descendió del vehículo e inspiró varias veces como si quisiera absorber todo el oxígeno de la sierra. Seguidamente y ataviado con un traje que a mí me recordaba a un oficial japonés de la película "El puente sobre el río Kwai" empezó a reconocer el terreno y descubrió un avispero. Según él todos los animales de la naturaleza merecen un cariño especial, cosa que comparto casi totalmente con él, aunque sin llegar al extremo de San Francisco de Asís. Andaba alrededor del avispero hasta que salieron varios dípteros y la hermana avispa le picó. La nariz como un pimiento.

 Yo no podía evitar la risa. Me carcajeaba, pero con él; no de él, que quede claro. Un amigo es un amigo.

Cerramos el coche, nos subimos en las bicis y empezamos a pedalear. Yo con la agilidad que me caracteriza,  dejaba atrás a Papaoso y tenía que ir parando para esperarle, pues el frondoso bosque, subía como la verde piel de una montaña, hasta un risco dorado por el sol. Yo había leído un libro sobre la selva del Amazonas y me parecía ir reviviendo todo lo leído. Papaoso me decía que estaba disfrutando más que el día de su primera comunión, cuando se comió los diecisiete pasteles de nata que había, además de una tarta para diez personas. Le indultaron por ser un día tan señalado para él. A medida que avanzábamos, los helechos parecían sierras suaves de advertencia. El terreno se hacía cada vez más difícil y empinado. El capitán Yukimoto (Papaoso) sorteaba las zarzas con habilidad y me imponía silencio. No hacía calor pero la ilusión se manifestaba a través del sudor. De repente, me dijo con voz queda: -Quieto, Kimax!!, y se bajó de la bici con sumo cuidado, apartó unos arbustos y me hizo señas para que me acercara.....Al otro lado había un claro y un grupo de unas cien personas ataviadas con trajes regionales y bailando una danza muy sincopada. Eran romeros que festejaban el día de la patrona. Al ver a Papaoso se asustaron un poco, pero enseguida comprendieron que un centenar que sumaban ellos, podían más que un oficial japonés y un esbelto y guapo a la vez que musculoso acompañante. Para que no os perdáis en el hilo de la narración, debo puntualizar que el acompañante era yo. Modestamente, pero las cosas como son. Ante todo quiero ser un fiel reportero de todo lo acontecido.

 

Yo tomé la palabra y les dije:

 -Mi compañero tiene mucho interés en ver a los osos.

-Quieren ver a los osus- le comentó un joven a su novia, mientras masticaba una loncha de chorizo.

-Y por qué se visten así para ver a los osus?-dijo otra señora

-Para confundirnos con los tonos del bosque-respondió Papaoso

-Nosotros vemos a los osus cuando nos sale de los huevus y jamás nos vestimos así.-dijo uno de los danzantes que aparentaba haber abusado del alcohol.

-Y dónde se encuentran los osos-Dijo Papa..

-Suban esa veredita, y cuando lleguen a un claro con unas peñas muy grandes se encontrarán con los osus-respondió el que repartía los platos de fabada.

-Así de fácil? -replicó Papaoso decepcionado

-Así de fácil- y empezaron a bailar desentendiéndose de nosotros.

Subimos la vereda y sólo veíamos rastro de los osos, pero nada más.

-Se habrán ido al río.-me dijo Papaoso

-Y cómo lo sabes?-le dije yo

-Porque al lado de las huellas hay raspas de de las truchas-me respondió Papa.., con una sabiduría difícil de igualar.

-Busquemos el río pues-le dije

-Está por ahí-me dijo

-Por qué lo sabes?

-Porque lo oigo-me respondió, sin dar mayor importancia a mi sordera.

 

Efectivamente, ahí estaban. Cinco osos, nada menos. Tres de ellos estaban empeñados en reducir el número de truchas en el río y los otros dos comiendo moras silvestres.

Yo que me había documentado la noche anterior, sabía que el oso pardo español es familia del kodyak, y, por ende, del grizzli. Es más pequeño de tamaño que sus primos canadienses pero sus garras son igual de peligrosas y certeras. Mi compañero de aventura me había dicho en numerosas ocasiones que los osos son maravillosos y muy simpáticos, por eso no comprendía por qué se apresuró a subir a un árbol.

El atardecielo caía sobre el bosque. Ambos nos encontrábamos subidos en nuestros respectivos árboles sin pestañear y ni siquiera saber si aún estaban allí los osos o no.

-Me han decepcionado estos bichos-me comentó Papaoso desde su árbol, con la voz controlada, por si estaban cerca todavía.

Pasadas unas horas, contemplamos con gran asombro, cómo pasaba por debajo nuestro un oso montado en una bici a toda pastilla, cuesta abajo, con la mirada perdida en el horizonte y sorteando la maleza. Era mi bici nueva recién estrenada, pero no estaba por la labor de cuestionarle al oso la propiedad del velocípedo. Después de todo, en el Corte Inglés, seguro que harán alguna oferta.

Durante el viaje de regreso no intercambiamos ni una sola palabra.

Por las noches aún sueño con la canción de los romeros:

“ A Favila rey de Oviedu/se lo comieron los osus/porque era muy descuidau/muy chulu y muy pretenciosu”

Días después, pudimos saber por la prensa, que en las fiestas de un pueblo vecino, se había escapado un oso del circo, cuya principal atracción consistía en verlo montado en bicicleta y .............continuará.....