Estaba preparando mis merecidas vacaciones, cuando le conté a Papaoso mis planes.
Como es un culo inquieto, me dijo:
-Kimax, ¡te acompaño!
Sucedió en Venezuela. La avioneta que nos transportaba tomó tierra en el aeropuerto de Ciudad Bolívar, e ignorábamos hasta qué punto aquél viaje nos iba a marcar para el resto de nuestras vidas.
Unas vacaciones decidimos adentrarnos en la selva del Orinoco para estudiar de cerca la vida y costumbres de los indios.
Viven en las zonas pantanosas de la selva y se alimentan de loros y mororós (unos peces terciados del tamaño de los besugos). Su fruta preferida es la ayuaca, que si se ingiere en estado de pochez, produce unos efectos semejantes a una borrachera similar a la de anís. Allí tomando ayuacas, pechugas de loros verdes y cocochas de mororós transcurrió una semana. Tanto Papaoso como vuestro humilde narrador, andábamos por allí con un simple taparrabos. Como os podréis imaginar él presentaba un aspecto impresentable. Si bien, una de las indias que se hacía llamar Huaya (Luz de plata) en su traducción literal, estaba locamente enamorada de nuestro Papaoso, al que había bautizado con el nombre de Gurai (exageradamente gordo), en su traducción literal. Luz de Plata era invencible con la cerbatana y no hubiera permitido que nadie le arrebatara a su Gurai.
A mí me llamaban Arajú, (sexo impetuoso), en su traducción literal. Ignoro el porqué de ese apelativo, pero me lo puso mi novia india llamada Amatí (que significa nalgas pellizcadas, por lo que pude averiguar. El problema sucedió cuando quisimos marcharnos, y ni Luz de Plata ni Nalgas Pellizcadas estaban por la labor de dejarnos ir. En un momento dado, cuando nos encontrábamos tomando grandes dosis de líquido de chirimoya pocha y ellas se distrajeron socorriendo a un indio jubilado al que se lo estaba merendando un jaguar, huímos hacia la orilla y le quitamos la canoa a Goró Zrapú (indio distraído), y nos pusimos a remar como bárbaros vikingos hasta que nos rescató un barco mercante noruego, que nunca pudimos saber qué hacía por allí.
Fue una experiencia inolvidable.......y aún hay más, pero no sé si a Papaoso le parecerá bien que cuente el resto, porque afecta a cosas íntimas..