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General: UN LIO DE BRAGAS
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Respuesta  Mensaje 1 de 9 en el tema 
De: KIMAX  (Mensaje original) Enviado: 21/04/2013 20:57

El destino es así de caprichoso, y quiso que mi persona fuera a compartir piso con Mónica.

Estaba ubicado en Juan Pablo Bonet, cerquita del puente sobre el río Huerva, en la ilustre ciudad de Zaragoza.

El edificio era, y es, todavía existe de  seis alturas. Nnosotros ocupábamos la quinta. Este detalle carece de interés, pero no debe pasar desapercibido al lector, el detalle de que encima nuestro, vivía una vecina, como se verá al final de mi historia, que aún ahora cuando han pasado tantos años, me ruboriza cuando por las noches me despierto sudoroso con la pesadilla.

Hace ya de esto unos cuantos años. Ambos estudiábamos. Ella más que yo, todo sea dicho. Limpiábamos y cocinábamos por riguroso turno y con orden cenobial, sólo interrumpido cuando nos íbamos a nuestros respectivos pueblos natales; y jamás hubo falta de organización ni discusión a este respecto. Nos entendíamos a las mil maravillas.

Llegó el verano del 81. Era viernes por la mañana. Las dos ventanas y  persianas de la habitación abiertas de par en par. Los primeros rayos de sol entraban a la habitación acariciando mi cuerpo desnudo sobre las sábanas.

 En la cama siempre desnudo. Era y sigue siendo mi costumbre. Es como mejor descanso.

Mónica abrió impulsivamente la puerta de  mi habitación y mientras me miraba con sus ojos castos, me dijo:

-Kimax…te parece que vayamos a la playa unos días?

Mentarle la playa a un viejo lobo de mar como yo me consideraba entonces, a pesar de tener solo 22 años, era como si a don Leopoldo Alias Clarin le hablaran de la Regenta.

-Sí, respondí yo decidido- iremos a Torredembarra que es la más cercana y no está muy aglomerada, ¿te parece?

.............Continuará.....me voy a cenar..



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Respuesta  Mensaje 2 de 9 en el tema 
De: Alicia Enviado: 21/04/2013 21:55
Cuenta, cuenta..
Que ya las estamos perdiendo todas

Respuesta  Mensaje 3 de 9 en el tema 
De: Haizea Enviado: 25/04/2013 21:51

Respuesta  Mensaje 4 de 9 en el tema 
De: KIMAX Enviado: 25/04/2013 22:20

Debo puntualizar que Mónica era una aragonesa de carácter fuerte, y que cocinaba muy bien. Anteriormente yo había vivido muchos meses solo, y estaba harto de comer en el restaurante de abajo, o de

 comer en casa cosas que parecían haberse guisado en la nevera. Formábamos una pareja ideal. Yo estaba loco por ella, ella estaba loca por su novio, y su novio estaba loco por su propio natural.

Afortunadamente su novio vivía en Barcelona. Era boxeador, pero creo que recibía más de lo que pegaba.

Era ya de noche cuando entrábamos a Torredembarra. Compartíamos habitación en un hotel próximo a la playa. A la mañana siguiente yo me enrolé con unos pescadores. Nunca había tenido esa experiencia,

 y me ofrecí para hacer la jornada realizando las labores que me encomendaran.

Cuando ya llevábamos tres días de disfrute tuve que volver a Zaragoza por un trámite burocrático de interés, pero prometí a Mónica regresar ese mismo día de nuevo a Torre, donde habíamos quedado para ir

 de cena con los ya amigos pescadores.

-Me dejé en el tendedor una camiseta y unas bragas, ya las recogerás-fueron sus últimas palabras antes de mi partida hacia Zaragoza

-Ok-le respondí

Debo señalar que el tendedor consistía en unas cuerdas amarradas a unos soportes que pendían de la ventana que daba a un patio de luces, y que cuando alguna prenda de ropa por el viento, o

 accidentalmente, caía al interior del patio, la portera la recogía y la dejaba encima de los buzones, a la entrada del portal principal.

 Nunca me han gustado esos patios interiores. Viví una mala experiencia en primera persona, y quizá eso me marcó. Resulta que un vecino del primero, meses antes, ató una soga a un barrote y se la anudó al

 cuello y se lanzó al vacío. Casi se mata, pero del trompazo que se pegó con la acera. Un error de cálculo. La longitud de la cuerda tenía dos metros más que la altura desde el primer piso.

 Las matemáticas nunca han sido mi fuerte, pero reconozco que en ocasiones tienen su importancia.

Pero no nos vayamos del tema. Llegué al portal de la casa, abrí la puerta, y me quedé esperando el ascensor que estaba bajando. En ese instante, mientras esperaba, me di la vuelta para abrir el buzón y

 recoger la correspondencia cuando descubrí unas braguitas rosa encima del buzón. Con esa asombrosa capacidad de análisis que me caracteriza, deduje que eran las bragas de Mónica, y yo, siguiendo sus

 instrucciones las recogí para dejarlas en su habitación.

 A mi espalda el ascensor bajando; frente a mí los buzones, a mi derecha un gran espejo que forraba la pared de la entrada en el patio, y en medio de todo, yo con la correspondencia en una mano y las

 braguitas en la otra.

Se abre la puerta del ascensor y aparece mi vecina del sexto. Me mira como si yo fuera un enfermo mental y me arrebata la prenda íntima de un tirón a la vez que con el ceño fruncido exclamó: -¡Mis bragas!

Acto seguido se dio la vuelta y se metió al ascensor de nuevo, emprendiendo su viaje ascendente.

Yo me quedé mirando en el espejo, y a punto estuve de darme el pésame. Me pinchan y no me sacan sangre.

Entró otra vecina, y me dijo:-¿subes?

Yo asentí con una cortesía almibarada. Le sonreí como la gente que no tiene amigos, con gratitud pero sin ganas.

Tiento, cuidado, oportunidad y tino. Estas cuatro palabras las aprendí aquel día. Ahora no me queda otra que cargar con el peso de la experiencia, esa sabiduría que un hombre adquiere cuando ya no la

 necesita.


Respuesta  Mensaje 5 de 9 en el tema 
De: Alicia Enviado: 25/04/2013 22:36
De bragas entiendo mucho
 

Debo puntualizar que Mónica era una

aragonesa de carácter fuerte, y que cocinaba

 muy bien. Anteriormente yo había vivido

muchos meses solo, y estaba harto de comer

 en el restaurante de abajo, o de

 comer en casa cosas que parecían haberse

guisado en la nevera. Formábamos una

pareja ideal. Yo estaba loco por ella, ella

estaba loca por su novio, y su novio estaba

 loco por su propio natural.

Afortunadamente su novio vivía en Barcelona.

 Era boxeador, pero creo que recibía más de

lo que pegaba.

Era ya de noche cuando entrábamos a

Torredembarra. Compartíamos habitación en

 un hotel próximo a la playa. A la mañana

 siguiente yo me enrolé con unos pescadores.

 Nunca había tenido esa experiencia,

 y me ofrecí para hacer la jornada realizando

 las labores que me encomendaran.

Cuando ya llevábamos tres días de disfrute

 tuve que volver a Zaragoza por un trámite

 burocrático de interés, pero prometí a

 Mónica regresar ese mismo día de nuevo a

Torre, donde habíamos quedado para ir

 de cena con los ya amigos pescadores.

-Me dejé en el tendedor una camiseta y unas

 bragas, ya las recogerás-fueron sus últimas

 palabras antes de mi partida hacia Zaragoza

-Ok-le respondí

Debo señalar que el tendedor consistía en

 unas cuerdas amarradas a unos soportes

que pendían de la ventana que daba a un

 patio de luces, y que cuando alguna pren

da de ropa por el viento, o

 accidentalmente, caía al interior del patio, la

 portera la recogía y la dejaba encima de l

os buzones, a la entrada del portal principal.

 Nunca me han gustado esos patios

interiores. Viví una mala experiencia en

 primera persona, y quizá eso me marcó

Resulta que un vecino del primero, meses

 antes, ató una soga a un barrote y se la

 anudó al cuello y se lanzó al vacío.

Casi se mata, pero del trompazo que se pegó

 con la acera. Un error de cálculo. La longitud

de la cuerda

 tenía dos metros más que la altura desde el

 primer piso.

 Las matemáticas nunca han sido mi fuerte,

 pero reconozco que en ocasiones tienen su

 importancia.

Pero no nos vayamos del tema. Llegué al

 portal de la casa, abrí la puerta, y me quedé

 esperando el ascensor que estaba bajando

. En ese instante, mientras esperaba, me di la

 vuelta para abrir el buzón y

 recoger la correspondencia cuando descubrí

 unas braguitas rosa encima del buzón. Con

 esa asombrosa capacidad de análisis que me

 caracteriza, deduje que eran las bragas de

 Mónica, y yo, siguiendo sus instrucciones las

 recogí para dejarlas en su habitación.

 A mi espalda el ascensor bajando; frente a

 mí los buzones, a mi derecha un gran espejo

que forraba la pared de la entrada en el patio,

 y en medio de todo, yo con la

correspondencia en una mano y las

 braguitas en la otra.

Se abre la puerta del ascensor y aparece mi

vecina del sexto. Me mira como si yo fuera un

 enfermo mental y me arrebata la prenda

íntima de un tirón a la vez que con el ceñ

o fruncido exclamó: -¡Mis bragas!

Acto seguido se dio la vuelta y se metió al

 ascensor de nuevo, emprendiendo su viaje

 ascendente.

Yo me quedé mirando en el espejo, y a punto

 estuve de darme el pésame. Me pinchan y no

 me sacan sangre.

Entró otra vecina, y me dijo:-¿subes?

Yo asentí con una cortesía almibarada.

Le sonreí como la gente que no tiene amigos

, con gratitud pero sin ganas.

Tiento, cuidado, oportunidad y tino. Estas

 cuatro palabras las aprendí aquel día.

Ahora no me queda otra que cargar con el

 peso de la experiencia, esa sabiduría que un

 hombre adquiere cuando ya no la

 necesita.


Respuesta  Mensaje 6 de 9 en el tema 
De: KIMAX Enviado: 25/04/2013 22:46
¡Gracias Ali...!, no sé qué haría sin tí. Lo habái escrito sobre una hoja de word y luego no había modo de presentarlo adecuadamente en el panel.
Eres un sol

Respuesta  Mensaje 7 de 9 en el tema 
De: Alicia Enviado: 28/04/2013 15:20

Respuesta  Mensaje 8 de 9 en el tema 
De: Haizea Enviado: 30/04/2013 23:10

Respuesta  Mensaje 9 de 9 en el tema 
De: TATIS-7 Enviado: 05/05/2013 02:36

 

ME ENCANTÓ.

TE FELICITO, ERES UN GRAN NARRADOR..........

CASI QUE ME SENTÍ PARTE DEL RELATO

 

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