AIRE,¿QUIÉN ERES TU?
¿Quién eres tú?. Tan cantado por los poetas, tan necesario
y al tiempo tan invisible, apenas perceptible y paradójicamente
imprescindible para la vida. Desde antiguo eres considerado
un símbolo religioso y mágico, vinculado a fuerzas misteriosas
y espíritus sutiles. Temido y admirado, deseado, considerado poderoso,
capaz de cambiar el rumbo normal de las cosas, de los seres, de la naturaleza.
¿Cuál es tu nombre?. ¿Cuál tu identidad?. ¿Cuáles tus funciones?.
Te han asociado no sólo al fluido que forma la atmósfera, sino también,
al aliento, a la brisa y al viento. Por eso tienes tantos nombres.
He oído que los griegos te llamaron "Céfiro" cuando eras un viento suave,
fecundante, incitador de vida y venías del Oeste. Austro cuando soplabas
desde el sur y agostabas con tus soplos calientes y tempestuosos,
chorreando aguas tus alas. Bóreas cuando procedías del Norte y te mostrabas
como un terrible huracán, y te simbolizaban, entonces, como un anciano
con cabellos helados y cola de serpiente. Sobre todo, te han invocado
como Eolo, el Dios de los vientos y la mitología azteca te denomina
como Quetzalcoalt, señor de los huracanes. En el hinduismo te llamaban
Vayu, soplo vital, soplo cósmico.
¿Eres masculino o femenino?. ¿Elemento fundante del universo o espacio
para que éste pueda respirar?. Casi todo se ha dicho de ti.
El mundo grecorromano te consideraba masculino, así te representó
casi siempre. Te consideraron esposo de la Luna y padre del Rocío
y fuiste tú uno de los nombres de Júpiter, Juno y Minerva.
Sin embargo el mundo hebreo te dio un nombre femenino: -"la ruah"- (el espíritu),
es el soplo, y en primer lugar el del viento". También para ellos "ruah"
era el espacio vital que rodea al hombre, la atmósfera, es decir tú, aunque
después te representaron por una paloma y ya no se podía reconocer
tu identidad femenina.
Para Empédocles, allá por el siglo V a/c, eras tú uno de los cuatro elementos
de los que se compone el universo: agua, tierra, aire, fuego.
Él afirmaba que nosotros estamos compuestos por esos cuatro elementos
y que cada cosa nos es conocida por lo que tiene de semejanza con nosotros,
es decir, la tierra exterior la conocemos por nuestra tierra, el aire
por nuestro aire etc.. Ya los antiguos sabios habían descubierto la creciente
interconexión de toda la vida entre sí.
Y un siglo antes, Anaximeno de Mileto estaba convencido de que tú eras
el principio y la esencia de todas las cosas; todo procedía de ti y a ti retornaba.
Y es que cuando hablaba de ti distinguía, no te identificaba sólo
con la atmósfera o "aire atmosférico", como él te llamaba, sino que
te reconocía también como "sustancia elemental", principio de todas las cosas,
porque la respiración era para el principio de la vida.
Su discípulo, Diógenes de Apolonia, se esforzó en explicar el origen
del alma como derivada de ti, porque suponía que la vida y el pensamiento
los tomamos los seres humanos de ti, al respirar. Te atribuía muchas
cualidades a raíz de tus múltiples posibilidades: como lo penetras todo
te atribuye el origen del universo, como eres el principio de todos los seres
debes ser inteligente y como eres sutil y móvil, eres el principio del movimiento.
Tú eres "el medio propio de la luz, del vuelo, del perfume, del color,
de las vibraciones interplanetarias,... la vía de comunicación
entre la tierra y el cielo... expresión de lo sonoro, de lo diáfano, y de lo móvil" .
Quiero también preguntar por ti a los poetas, y esto me dice León Felipe:
¿No es el amor el Viento?.
Yo lo pregunto nada mas:
¿No es el amor el Viento disfrazado de andrajoso vagabundo?
Ahora anda loco...enamorado de la Luz
y ¡cómo la persigue siempre, desvelado, iracundo después de bañarse en el mar!
Viento...tú eres el amor...¿verdad? El amor enamorado de la Luz.
Dímelo ya de una vez...
Dímelo a mí solo.
Ahora que me voy a la nube...descúbrete como el mar.
El mar me dijo un día: yo soy el llanto del mundo.
Y tú eres el amor ¿verdad?, ¡lágrimas también!
No se para qué te digo todas estas cosas, que tú sabes muy bien,
pero es que antes de empezar a orar, a través de ti o desde ti o quizá
dentro de ti, necesitaba darme cuenta de que desde siempre has sido
muy reconocido, valorado, incluso convertido en Dios.
Necesito escucharte, mirarte con atención, contemplarte... Sé que puedo
aprender mucho de ti. Ahora me doy más cuenta que puedes ser tú "el lugar"
desde el que yo haga mi oración.
LEON FELIPE, Obra poética escogida, Espasa Calpe,1985,
(parte de la hernosa Obra poética-tomada de internet).