La confianza
La confianza es tener fe, en Dios y en los demás: fiarse de ellos.
Es tener la seguridad de que el bien triunfará, igual que uno confía
en que el sol saldrá por la mañana sin que haya que mover un solo dedo. Confiar en los demás es creer que las personas van a cumplir su palabra
sin tener que obligarles. Confiar en uno mismo es tener fe en tu propia
capacidad de aprender, corregirse y crecer.
En ocasiones, cuando la vida nos depara experiencia dolorosas, es difícil confiar.
Tener confianza no significa esperar que la vida resulte sencilla
en todo momento, sino saber que dispones de resortes internos para superar
las dificultades. Cuando tienes confianza sabes que Dios siempre te acompaña, que nunca estás solo,
te sientes más libre para concentrarte en tus quehaceres.
La persona confiada consigue muchos amigos de confianza.
Cómo se practica
La confianza viene cuando estás dispuesto a creer en Dios, en ti mismo y en los demás.
Al confiar firmemente en que las cosas van a ir bien, ayudas a que las cosas salgan bien. Cuando confías, el miedo desaparece, y no estás tenso. Si ocurre algo triste o perjudicial,
piensa que hay alguna buena razón que explicará lo que está sucediendo. La gente que continuamente rompe sus compromisos no es digna de confianza;
pero los que fallan alguna vez, merecen más oportunidades, como quisieras merecerlas
tú cuando has fallado a los otros.
Más vale que te engañen alguna vez a que te vuelvas un desconfiado para siempre.
d/a
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