Precioso nombre, que hace referencia a lo más bello de la naturaleza: las flores. A los romanos, cuya religión era de raíces animistas, que adoraban por tanto la naturaleza en los dioses que la personificaban, no podía faltarles la diosa Flora, divinidad que tenía a su cargo las flores, y con ellas los campos y la agricultura. No sólo eso, a la diosa de las flores se la consideró la protectora especial de la mujer, y la diosa del amor hasta que fue reemplazada en este oficio por Venus-Afrodita.