Las rarezas de Sigmund Freud
Sigmund Freud fue en realidad un hombre más odiado y despreciado, que admirado en su tiempo. Los demás neurólogos, psiquiatras y psicólogos lo veían como un investigador extraño que ponía en riesgo las teorías sostenidas hasta entonces. Sus descubrimientos sobre la sexualidad infantil, y particularmente del Complejo de Edipo, lo pusieron en el centro del escándalo.
Primaba la moral victoriana. Las Ciencias Humanas aún estaban fuertemente impregnadas de prejuicios, mucho más que hoy. Por eso las teorías de Freud se consideraban sospechosas, cuando no absurdas. El problema para sus contemporáneos era que este médico vienés tenía unas hipótesis fuertemente fundamentadas. Y, sobretodo, curaba en su consultorio lo que otros no podían curar.
No solo su pensamiento era poco usual. Sigmund Freud estaba lleno de singularidades en su forma de ser. Esta es una lista de apenas algunas de ellas.
• Freud sentía un miedo inexplicable por el número 62. Nunca se alojaba en una habitación de hotel con ese número y lo rehuía cada vez que lo encontraba.
• Las fobias del primer psicoanalista de la historia no paraban ahí. También sentía terror por los helechos.
• Las costumbres de Freud eran muy rígidas. Almorzaba todos los días a la 1 en punto. Le encantaba la ternera y detestaba el pollo. Una vez se levantaba de la mesa salía a dar un paseo de tres kilómetros por las mismas calles de siempre y durante el recorrido recogía setas.
• Freud era un fumador compulsivo. Esa fue seguramente la causa por la que desarrolló un agresivo cáncer de garganta que lo llevó a la tumba.
• Sólo tenía tres trajes, tres mudas de ropa interior y tres pares de zapatos. No lo hacía por tacañería, simplemente le parecía un tema banal.
• Adoraba a los perros. Tuvo una mascota de raza Chow Chow, a quien llamó Jofi. Este se convirtió en asistente durante sus sesiones de análisis. Ejercía un efecto tranquilizante sobre los pacientes y aprendió a calcular el tiempo de la consulta. Cuando se incorporaba, Freud sabía que la sesión había terminado.
• Sigmund Freud aprendió el idioma español solamente para darse el placer de leer El Quijote de La Mancha en la lengua original. Era un ferviente admirador de Cervantes.
• Era aficionado a jugar cartas y tenía una extensa colección de estatuillas antiguas. Siempre buscaba los anticuarios para adquirir alguna pieza que no tuviera.
• La primera edición de “La interpretación de los sueños” fue de 600 ejemplares solamente. La editorial tardó 13 años en venderlos.
• Freud rehuía a la vida social. Era poco afecto a las fiestas y a las reuniones. Sin embargo se encontraba frecuentemente con un cercano círculo de amigos en el Café Landtmann. Allí se sentaba siempre en el mismo lugar.
• Freud ganó un premio de Literatura en Alemania, en 1930. Era cultor de la buena literatura y se esmeraba por escribir con belleza y creatividad.
• Pidió una muerte asistida, una vez que los dolores producidos por el cáncer se volvieron intolerables. Su médico de confianza le inyectó morfina para ayudarle a morir.
• Uno de los cráteres de la luna lleva el nombre de Freud en honor a este médico que revolucionó todas las teorías existentes sobre la mente humana.
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