Te veo mirar, y veo cuanto ves, no porque mire las mismas cosas que miras, mas porque mi ojo percibe desde dentro tu retina; estoy en ti, en tus raíces, en tus ramas, en tu tronco, escuchando lo que dices, hablando por tu palabra, viendo cuanto ves y viste, custodio de tus recuerdos, testigo de cuanto vives. Cuando cantas soy el arco que rasguea tus violines; soy tu lágrima callada si melancólica gimes; las manos en tus mejillas en los crepúsculos grises. No tienes que hablar, entiendo cada pensamiento triste, cada deseo frustrado, cada sonrisa que finges. Soy tan parte de ti misma que no acierto a despedirme.