Sólo entendemos el "milagro de la vida"
cuando dejamos que suceda lo inesperado.
Todos los días Dios nos da, junto con el sol,
un momento en el que es posible cambiar
todo lo que nos hizo "infelices".
Todos los días tratamos de fingir
que no percibimos ese momento,
que ese momento no existe,
que hoy es igual que ayer y será igual
que mañana.
Pero quién presta atención a su día,
descubre el "instante mágico",
puede estar escondido en cualquier parte.
Ese momento existe:
Un momento en el que toda la fuerza
de las estrellas
pasa a través de nosotros
y nos permite hacer milagros.
La "felicidad" es a veces una bendición,
pero por lo general es una "conquista".
El instante mágico del día nos ayuda a cambiar,
nos hace ir en busca de nuestros sueños.
Vamos a sufrir, vamos a tener momentos difíciles,
vamos a afrontar muchas desilusiones . . .
pero todo es pasajero, y no deja marcas.
Y en el futuro podemos mirar hacia atrás con orgullo
y fe.
Pobre del que tiene miedo a correr riesgos.
Porque ese quizás no se decepcione nunca,
ni tenga desilusiones,
no sufra como los que persiguen un sueño.