Señor:
Me diste la vida para cosas sencillas:
para oler las manzanas y las rosas, para que el sol evapore las gotitas de mar que mojaron mi piel,
para que mi oido distinga el canto del zorzal y el sonido del viento entre los álamos,
para que mi voz redondee
la palabra en el aire, para que mis manos se tiendan en el gesto sublime de dar y el gesto humilde de pedir y recibir. ... Tú, Señor, que me diste la vida para cosas sencillas, entenderás por qué me rindo. Porque no sé manejarme con cosas complicadas como muertes y ausencias y traiciones y soledad.
Tabla Creaciones:
GuVaD'Fu
2014.- |