¿Para qué creó Dios al colibrí si nadie mira la saeta plateada de su vuelo que no ha podido copiar el más sofisticado avión? Descubrí su nido entre la hiedra: tres veces el tamaño de un dedal. Una familia de pájaros carpinteros picoteaban el tronco del aromo, cuello amarillo, gorrito colorado de obispo, plumas de tweed negro y gris. Las hormigas se llevan, presurosas, hojistas del ligustro, antes de que la lluvia caiga. Los sapos contentos por la inminete llegada del agua, hacen sonar sus panderetas de lata. Una orquesta metálica. Este verano dejaron sin mosquitos el parque. Aquí estoy, perdiendo el tiempo.
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