La vivencia del amor fraterno
es una exigencia imprescindible.
No se puede pasar por alto,
so pretexto de vivir el amor universal.
Quien no se compromete seriamente
con una comunidad de discípulos de Jesús,
viviendo una comunión espiritual
y una solidaridad eficaz
es un mentiroso o un demagogo.
El amor fraterno es difícil de vivir
con todas sus consecuencias.
Los primeros cristianos lo realizan
con constancia y
atraen a muchos gentiles al evangelio.
Nuestra decreciente credibilidad
podría superarse en la medida en que vivamos,
sin hacer demasiados aspavientos ni propaganda,
la exigencia del amor fraterno.
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