♥♪ Problemas ♪♥
Érase una vez un sabio muy conocido que
vivía en una montaña del Himalaya.
Cansado de convivir con los hombres,
había optado por una vida sencilla,
y pasaba la mayor parte de su tiempo meditando.
Este sabio, como era un hombre muy compasivo,
no dejaba de dar un consejo aquí y otro allá.
A pesar de todo,
éstos aparecían en grupos cada vez mayores y,
en cierta ocasión,
una multitud se agolpó a su puerta
diciendo que en el periódico local
se habían publicado que el sabía
cómo superar las dificultades de la vida.
El sabio les pidió a todos que
se sentasen y esperasen.
Cuando ya no quedaba espacio
para nadie más,
él se dirigió a la muchedumbre
que esperaba frente a su puerta:
-Os os voy a dar la respuesta
que todos queréis.
Pero debéis prometerme que,
a medida que vuestros problemas se solucionen,
les diréis a los nuevos peregrinos que me fui de aquí,
de manera que yo pueda continuar
viviendo en la soledad que tanto anhelo.
Contadme vuestros problemas.
Alguien comenzó a hablar,
pero fue inmediatamente interrumpido
por otras personas,
ya que sabían que aquélla era la
última audiencia pública
que el hombre santo daría,
y temían que no tuviera tiempo
de escucharlos a todos.
El sabio dejó que la escena
se prolongase un poco más, y por fin gritó:
- ¡Silencio! Escribid vuestros problemas
y dejad los papeles aquí, frente a mí.
Cuando todos terminaron,
el sabio mezcló todos los papeles en una cesta,
pidiendo a continuación:
-Id pasando esta cesta de mano en mano,
y que cada uno saque un papel y lo lea.
Entonces podréis cambiar vuestro problema
por el que os ha tocado,
o pedir que os devuelvan el papel
con el problema que escribisteis originalmente.
Todos los presentes fueron tomando
una de las hojas de papel, la leyeron,
y quedaron horrorizados.
Sacaron como conclusión que aquello
que habían escrito,
por muy malo que fuese,
no era tan serio como lo que afligía a sus vecinos.
Dos horas después,
intercambiaron los papeles,
y cada uno volvió a meter en su bolsillo
su problema personal,
aliviado al saber que su aflicción
no era tan dura como se imaginaba.
Agradecieron la lección,
bajaron la montaña con la seguridad
de que eran más felices que los demás,
y –cumpliendo el juramento realizado-
nunca más permitieron que nadie
perturbase la paz de aquel hombre santo.
Paolo Coelho
Bendiciones!!!
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