Echado en nubes azules,
paso la tarde, embriagado
del aroma fulgurante
de la flor de mis estrellas,
entre el vuelo inmenso y dulce
de mis pájaros celestes...
Echado en nubes azules.
No voy, porque estoy ya.
No vengo, porque ya estoy.
Estoy en las nubes blancas,
que antes veía pasar
desde la ladera tierna,
en horas de eterno encanto...
Estoy en las nubes blancas.
¡Azules nubes y blancas!
¡Qué bien le viene a mi cuerpo
su redonda vaguedad,
entre pájaros y estrellas,
que un día me pareció
lo imposible en el azul!
...¡Nubes azules y blancas!
Juan Ramón Jiménez
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