1. Saber si el aceite está caliente
Leés la receta y dice “cuando el aceite esté bien caliente”…
¿y eso cuándo es? Hay un viejo truco chino: tenés que tirarle un escarbadientes; si al contacto con el aceite hace burbujitas, está listo. Sino, esperá a que empiece a hacerlas.
2. Que no se te seque la carne
Cuando hagas carne al horno, hay un truco muy simple para que no se te seque:
envolverla en papel aluminio y, antes de cerrarla, echarle una tacita de caldo o un chorro de vino. Con eso y fuego medio, si sacás seca una colita de cuadril es porque tenés que dedicarte a otras manualidades.
3. Darle un poco de gusto a la lechuga
Es verdad, las hojas verdes en general –salvo al rúcula- no tienen gusto a nada.
De ahí que hay un par de trucos gourmet para hacer una rica ensalada de hojas verdes tenga más onda: por ejemplo, a la lechuga le viene de diez unas hojas de cebolla de verdeo cortada, mientras que a la espinaca un diente de ajo picado le da vida. Sino, probá armar una vinagreta con aceto, mostaza y oliva.
4. Que no se te pegue la tortilla
La tortilla es un plato con el que cualquiera se recibe de aprendiz de cocina.
El problema está en que suele pegarse si no tenés una buena sartén de teflón. Si ese es tu caso, un buen consejo es calentarla con un puñado de sal gruesa por unos dos o tres minutos a fuego fuerte. Después que tirás la sal, le ponés el aceite y empezás la cocción.
5. Preparar un arroz blanco y suelto para guarniciones
El arroz al dente y suelto parece una pavada pero hay que saber prepararlo para que no quede apelotonado.
Antes de cocerlo tenés que saltarlo a fuego fuerte con un chorro de aceite, mientras lo movés como si fuera un wok. Después le agregás dos tazas de agua por cada una de arroz y desde que rompe el hervor cocinás 12 a 14 minutos a fuego medio, tapado y sin revolver. Dejalo unos 6 minutos más y está listo.
6. Que la cebolla no te haga llorar
Es casi imposible evitarlo, pero hay gente que le da buen resultado poner la cebolla
en la heladera un rato antes, o bien pelarla bajo el chorro de la canilla y enjuagar el cuchillo corte a corte. Igual, los buenos cocineros lloran un poco. Eso sí, usan cuchillos afiladísimos para que la cebolla no largue más ácido que el que debe.
7. Saber si hace falta afilar un cuchillo
Cualquiera se da cuenta cuándo un cuchillo no corta carne, porque ya está arruinado.
Pero hay una forma de saberlo por anticipado y ganarle la partida. Fijate cuando cortás un tomate con piel; si tenés que hacer fuerza, ese es el punto en que necesitás renovarle el filo a esa hoja.
8. Evitar que el aceite salpique
Uno de los accidentes más frecuentes en la cocina es la quemadura con aceite hirviendo.
Para evitar que salte, tenés que tener mucho cuidado en usar utensilios secos. Y que los ingredientes que pongas a freír no contengan agua. El ejemplo típico de quemadura es cuando hacés papas fritas sin haberlas secado en un repasador. Atento.
9. Que no se te rompan los huevos.
Parece una pavada, pero lo más común al hacer un huevo duro es que se parta
y entonces el contenido quede flotando en agua. Hay un secreto para que esto no suceda: poner los huevos junto con el agua; o bien, agregarle un chorrito de vinagre. Acordate de que si están muy fríos es más fácil que se partan.
10. Limpiar los champiñones
Es un error frecuente al cocinar champiñones querer limpiarles la tierra lavándolos.
Si no querés que después naden en su propia agua, mejor metelos en un repasador y sacudilos un poco. Soltarán la tierra y no abundará el agua al saltarlos en aceite.