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Si pasan tus horas tediosas y frías…
¡y nada te sale como vos querías…!
Si acaso el encono te nubla y te arrasa,
¡y culpás al mundo de lo que te pasa!
Si estás enfadado con algo de afuera,
¡o tal vez acaso con la vida entera…!,
…tu enojo es entonces con algo de adentro:
¡es tu frustración la que ocupa el centro…!
¡No te está dejando, tu propia tormenta,
tomar a las cosas como se presentan…!
…porque siempre…siempre…es la resistencia,
lo que nos produce tanta virulencia…
Pero si aceptamos –sin etiquetar-,
lo que en cada día nos viene a pasar…,
se esfuman las “faltas” –las propias y ajenas- :
¡ya no hay mas enfados, broncas ni condenas…!
Entonces fluímos con la “imperfección”…
¡y que alivio siente nuestro corazón…!
Vemos desde arriba todo el laberinto…,
¡y ya nada tiene por qué ser distinto…!
Vamos comprendiendo –casi sin querer-,
¡que todo está siendo como debe ser…!
…que no hay bueno o malo en el devenir…
¡hay únicamente vida por vivir…!
Se nos abre entonces esa paz que mora
en el entramado del eterno ahora…,
…esa suave dicha de sutil encanto…
¡…esa que el enojo nos negaba tanto…!
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