Cualquiera llama a mi pequeña puerta. Cenar suelo con reyes y mendigos. Ay, cómo me atareo en repartir en dos iguales partes lo servido. Y es entre gente que a mi casa llega contándome unos casos divertidos, cuando me acuerdo yo de tu anunciada visita, bienamado, y ahorro el vino. Mi hogar aseo día a día y pongo sobre la mesa aroma de jacintos. Mientras te aguardo, ¿quién también te aguarda? Y si tú llegas, ¿cena quién contigo? Señor, que me confundes o enterneces con tus palabras puestas en mi oído. ¿Las cosas que me dices son las mismas que oyen las otras y les da lo mismo?
DELFINA ACOSTA
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