El problema empieza cuando se pierde la ilusión. La ley civil permite el divorcio, pero, siempre que sea posible, es mejor hacer renacer el amor. Somos llamados a ser una familia, donde el otro es hueso de nuestros propios huesos y carne de nuestra propia carne. Si este amor ahora no es posible, debemos aprender la lección antes de volver a empezar.
Un pps de Regina Goberna