Tomarte es como volver a la patria después del exilio
o como descorrer el manto de la luna para alumbrar a las tinieblas.
Me gustas palmo a palmo
y mis manos son golondrinas
que anidan en el cántaro de tu piel
y así me poso en tus recuerdos,
junto al polvo acumulado en cada trazo.
Desciendo a tus ojos como pájaro en fuga
y en ti soy bosque, aire, Venus y lluvia de tu deseo.
Soy como el fuego que cede al conjuro
para escapar de los signos y entrar a tus recuerdos.
Deshilo tus pupilas como si fueran margaritas
y me desnudo ante ti y soy todos los peces
en el profundo mar de tu sexo.
Cuerpo a cuerpo, en agonía,
nombramos el paisaje y estás tú
como nube bajo mis faldas,
entregado al amor,
besando el silencio de mis labios oscuros.
Cato vino para embriagarme
hasta perderme en la tibieza de tus brazos y volver asida a la tierra.
Rezo una plegaria junto al río
para incendiar todos los puertos de tu carne,
territorio húmedo minado de cerezas.
Tiemblo de ti,
proclamo tu nombre y cuándo desabotonas mi túnica
escapan dos palomas que callan tus palabras.
Hueles a soledad al temblor de mis muslos
y puedo palpar la anatomía de tu sombra,
y entonces gozo, sudo y goteo lágrimas blancas.
Al final, te das como toro salvaje
que se extingue en su pequeña muerte.
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