En una dorada tarde el agua ociosos nos lleva, pues son bracitos de alambre los que reman, reman, reman,
ya que intentan, siempre en balde, que la barca no se tuerza.
Son tres niñas en la barca, pero insisten como cien,
aburridas de la calma, piden un cuento a la vez;
contra una insistencia tanta,
¿que otra cosa puedo hacer?
La primera exige terca que no tarde en empezar,
La segunda muy alerta, que refleje la verdad.
La tercera estará atenta y no me interrumpirá.
Por fin se ha hecho el silencio e impera la fantasia,
arrastrándonos a un cuento que es pais de maravillas,
donde hablan los conejos y bailan las pescadillas.
Y si yo, pobre de mi, el relato interrumpía,
aplazando su final hasta el siguiente dia,
“hoy es mañana”, las tres, a corro repetian.
Así fue surgiendo el cuento, poco a poco, y, una a una,
las partes del argumento que forman esta aventura.
De volver llega el momento, regresemos con premura.
Para ti es este cuento, para ti, querida Alicia,
guárdalo junto a tus sueños entre otras flores marchitas,
cual peregrino andariego que atesora sus reliquias