Y surcar, embarcar, remar: emprender un viaje a nunca jamás. De la mano con el viento y con el mar viajaré por la libertad. Los azulejos aplaudirán al verme pasar. Por la montaña nadaré, por el río caminaré. Con la vida en el puño, en dirección a la virtud, marcho. En esta tierra quedó el amor, pues soy bucanero de volcanes hambrientos. Te dejo un recuerdo que vale por una sonrisa, un pasaje al día en que vencimos al tiempo, dibujando nuestro amor en el firmamento.
Las estrellas se oscurecieron al deslumbrar nuestro beso, sus llamas se apaciguaron por la vida que dejé en tus labios. Ayer, la luna vertía lágrimas al cielo. Hoy, las colinas susurran al verme marchar. Mañana otra historia, otro peldaño. Yo vengo en busca de aventuras y tú me fulminas con tu amor. Yo vengo buscando la muerte y tú renaces para ser mi nuevo amanecer.
Eritrea piedra es mi corazón, un muro de lamentos y esperanzas: deseos que perecieron al toparse con tu mirada. Pues el tigre furtivo amenaza a la cordura: el cisne libre levanta en mi interior el vuelo, y te lo ofrezco con un beso.
Mañana caminaré por los bosques a contar nuestra historia a los árboles, y mi relato nutrirá sus raíces. Reiremos en armonía con tu sonrisa, pero ambos sabremos que nuestra aventura paró el tiempo: fuimos eternos en nuestro amor adolescente.
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