Se hace necesario hacer un pequeño paréntesis en este momento, para que por medio de la siguiente ilustración tengamos una visión mas amplia para entender aún mejor la información recibida hasta ahora, y estar en las condiciones de aprovecharla lo mejor posible.
Veamos la siguiente lámina.
Debemos de saber que nuestro cuerpo, nuestra alma y nuestro espíritu, se encuentran envueltos totalmente por el mundo espiritual de Dios, y ahí, se encuentra el conocimiento total, es decir: es la fuente de todos los descubrimientos científicos y tecnológicos que el hombre ha experimentado hasta la fecha, y aún todo lo que será descubierto más adelante.
¿Cómo entrar a esa fuente de información?
Bueno, para entrar ahí donde existe el conocimiento total desde siempre y para siempre, deberemos saber, comprender, y entender que esa fuente se encuentra en el mundo o esfera o dimensión espiritual, y que la única parte de nuestro ser que puede penetrar allí es nuestro yo espíritu, por lo que es completamente comprensible el por qué debemos de darle toda la importancia que se merece, de una vez y para siempre, a nuestra personalidad espiritual para que así podamos colocarnos en la mejor posición para introducirnos poco a poco a la Fuente del conocimiento y el Poder Total de Dios.
¿Quién la recibe y a quién le es transmitida?
Como ya vimos, solamente nuestro espíritu es la única parte de nuestro ser trinito que puede entrar a la dimensión espiritual y que por lo consiguiente es el que recibirá todo el conocimiento y todo el poder positivo que le sea concedido de la Mente de la Potencia Intelectual de Dios, para que después, éste conocimiento y éste poder pueda ser transmitido, del mundo del alma, a la mente de nuestra potencia intelectual en donde se encuentra la semilla de la fe para ser fortalecida en el orden y propósito de Dios para el hombre.
Después de que nuestra mente en su nivel espiritual que se encuentra en nuestro yo alma, recibió, procesó y catalogó cuidadosamente y en forma adecuada todos los conocimientos y todos los poderes que le fueron concedidos a nuestro yo espíritu en la esfera del conocimiento y poder Total de Dios para fortalecer nuestra fe, ésta es sembrada en nuestro jardín del alma, es decir: en nuestro cerebro, para que éste a su vez los envíe a nuestro yo cuerpo el cual deberá acatar sin reservas y sin condiciones, toda la enseñanza espiritual que ha sido cultivada en nuestro cerebro.
Como podemos percibir a través de lo escrito anteriormente, la parte de nuestro ser a la que deberíamos de darle más importancia es a nuestro espíritu, al cual no le hemos dejado manifestarse en la forma adecuada y correcta, porque como ya vimos también en páginas anteriores, vivimos intensamente en este mundo material con el cual nos identificamos casi por completo, y eso precisamente es lo que busca y desafortunadamente encuentra en el ser humano, la fuerza obscura, negativa, en la cual nos dejamos sumergir desde que Adán y Eva fueron tentados para liberar su libre albedrío, y que ésta fuerza aprovechó para sujetarnos y encadenarnos por medio de él, a la Mente de su oscuro Poder Negativo, Poder al que es muy difícil de renunciar porque es el que prevalece en este mundo material que domina nuestras emociones y sentimientos humanos, permitiéndonos hacer lo que queramos sin importar mucho si es correcto o no, sintiéndonos fuertemente protegidos por esa facultad que Dios nos otorgó; El libre albedrío; sólo que a éste no le hemos dado la función correcta para la cual nos fue otorgada, pues en lugar de dirigirla a recuperar lo perdido, o sea recuperar nuestro condición espiritual original, nos damos a la tarea de cerrar cualquier acceso a ese conocimiento para no sujetarnos a la Voluntad del Creador, porque esa sujeción no le conviene al amo de este mundo, porque si la aceptamos, nos serán quitadas esas vendas mágicas, gruesas y oscuras que nos tienen en las tinieblas. Pero cuando entendamos, comprendamos, y aceptemos la Voluntad de Dios en nosotros, solo entonces veremos la luz y conoceremos la verdad, y esa verdad nos hará libres, libres de toda atadura con la que nos ha tenido cautivos el tentador, libres, para que disfrutemos como Dios quiere este mundo que habitamos, reconociendo que El es el único Creador y Dueño de todo, incluyendo por supuesto al ser trinito que nos cobija, y al convertirnos en sus obedientes hijos pasamos por herencia a ser dueños de todo lo suyo.
Para seguir adelante con lo que estamos viendo a través de estos escritos, deberemos sin pensarlo mucho, reflexionar detenidamente en todos y cada uno de los puntos del presente escrito, teniendo en consideración que el reflexionar el tiempo adecuado en cada uno de ellos, nos dará una visión más clara y más amplia de todo lo que estamos conociendo, y que nos irá preparando para el verdadero cambio en nosotros, ya que si a través de esta lectura y reflexión de la misma, llegamos a la conclusión de que al reflexionar y meditar profundamente en el Nuevo Testamento tendremos la seguridad de realizarnos en lo personal como lo deseamos, entonces, sigamos adelante.